(continuación de la serie iniciada en EL PUNTO Z)
STEVEN
intérprete original: ALICE COOPER
letra y música: Alice Cooper, Bob Ezrin
I don't want to see you go,
I don't even want to be there.
I will cover up my eyesAnd pray it goes away.
You've only lived a minute of your life
I must be dreaming,
Please stop screaming.
I don't like to hear you cry.
You just don't know
How deep that cuts me.
So I will cover up my eyes
And it will go away.
You've only lived a minute of your life
I must be dreaming,
Please stop screaming.
Steven
I hear my name. (Steven)
Is someone calling me ?
I hear my name. (Steven)
That icy breath,
It whispers screams of pain.
I don't want to feel you die,
But if that's the way
That God has planned you,
I'll put pennies on your eyes
And it will go away, see ?
You've only lived a minute of your life
I must be dreaming,
Please stop screaming.
(Steven) (Is someone calling me ? - No)
(Steven)
(I think I hear a voice,
It's outside the door.)
(Steven) I hear my name.
(Steven) (Is someone calling me ?
I hear my name.)
(Steven) (What do you want ?)
(Steven) (What do you want ?)
(What do you want ?) (Steven)
(I hear my name.)
lunes, 22 de diciembre de 2008
lunes, 15 de diciembre de 2008
RABIA
Comentando en la tertulia de los viernes mi reciente repaso a varios títulos de Stephen King, el amigo Dildo me mostró un volumen que hasta el momento no había catado (pese a habérselo oído glosar en no pocas ocasiones -ya desde la época de MB-).
A él, mayormente fan de Ballard y de Burroughs en materia de realidades alteradas, Stephen King le parece comida basura para preadolescentes, con excepción de un par de obras firmadas como Richard Bachman: CARRETERA MALDITA (que descubrió a través mío) y la que ahora me descubría él a mí.
Entiendo que RABIA le impactase. Hay algo muy solondziano, con un fuerte punto de STORYTELLING (esa deconstrucción que hace Solondz en su incorrecto film de las lamentaciones farisaicas excretadas por Michael Moore en su BOWLING FOR COLUMBINE) así como de otros trabajos de este cineasta con inadaptados adolescentes en primer plano (WELCOME TO THE DOLLHOUSE sería el paradigma). A ambos el asunto Columbine nos atrae y controlamos bastante su huella en el cine (aparte las ya mentadas de Solondz y Moore, estaría el ELEPHANT de Gus Van Sant, que Luigi me pasó hará cosa de un año). Por cierto, una posible definición de RABIA: como un cruce entre ELEPHANT y EL CLUB DE LOS CINCO.
Le encontré también relación con otros dos libros de SK no menos notables: EL CUERPO (en cuanto estudio en profundidad del angst teenager) y MISERY (por el asunto del secuestro como experiencia iluminadora). También le comenté a Luigi ("es verdad, no se me había ocurrido") si RABIA no habría servido de manual emocional para futuros masacradores de colegio (no soy el único -según he explorado- en pensar así). Un manual superado por las circunstancias: el secuestrador del libro, en parte también heredero del rebelde de IF..., tal vez sólo desea alzarse contra los adultos hipócritas y sus condiscípulos más cipayescos y, escarbando en esos catárticos momentos, hacer que aflore la cara oculta de otros compañeros menos motivados para la catástrofe esclarecedora que él. La diferencia con Columbine, supongo, estriba en que aquí ya la pareja de masacradores (más cerca para entonces al nihilismo de Wienerdoggie pero con la agresividad que da la testosterona y sin el punto masoca de la pobre Dawn) considera estéril cualquier experiencia de secuestro/psicodrama y van directamente al encuentro personal/colectivo con la muerte. Mishima, antes de su sacrificio, habló a los cadetes y éstos se burlaron (¿SK tuvo en cuenta esta situación para su novela? ¿estaba al tanto del traumático final del escritor japonés?: si miramos de cerca lo ocurrido aquella mañana tokiota de 1970 y las horas raptadas por Charlie Decker en su colegio, hallamos una vertiginosa asociación).
Los chicos de Columbine lo sabían en su día de furia. No words, no prisoners.
jueves, 11 de diciembre de 2008
domingo, 30 de noviembre de 2008
LAS CANCIONES DE MI VIDA (21)
THE HALL OF MIRRORS
intérpretes originales: KRAFTWERK
letra y música: Hutter, Schneider, Hutt
The young man stepped into the hall of mirrors
Where he discovered a reflection of himself
Even the greatest stars discover themselves in the looking glass
Even the greatest stars discover themselves in the looking glass
Sometimes he saw his real face
And sometimes a stranger at his place
Even the greatest stars find their face in the looking glass
Even the greatest stars find their face in the looking glass
He fell in love with the image of himself
and suddenly the picture was distorted
Even the greatest stars dislike themselves in the looking glass
Even the greatest stars dislike themselves in the looking glass
He made up the person he wanted to be
And changed into a new personality
Even the greatest stars change themselves in the looking glass
Even the greatest stars change themselves in the looking glass
The artist is living in the mirror
With the echoes of himself
Even the greatest stars live their lives in the looking glass
Even the greatest stars live their lives in the looking glass
Even the greatest stars fix their face in the looking glass
Even the greatest stars fix their face in the looking glass
Even the greatest stars live their lives in the looking glass
Even the greatest stars live their lives in the looking glass
lunes, 24 de noviembre de 2008
EL ESPEJO DEL ARTE
«Ahora todo es cuesta abajo. El viaje se termina.»
(DILDO DE CONGOST al regresar de Japón)
El Amor y la Muerte comparten un mismo reflejo en el espejo del Arte.
El Arte, como la Naturaleza, es, a los ojos de la sociedad, un crimen sin disculpa, una patología indigerible, una obsesión dañina, una parafilia huérfana de lobbies que la normalicen, un instinto tan básico que avergüenza una y otra vez (en su elemental decoro) a los terminalmente civilizados, un rival (¡justo como la Naturaleza!) que ha de ser domado, mutilado, ocultado o, peor aún, profanado, transformado en mercancía o descategorizado, degradado en anécdota. El Arte es medieval y romántico, es primitivo y siempre heroico, antípoda de comodidades, de cálculos. El Arte es lo contrario del timo, de la postmodernidad, del libertinaje, de la frivolidad, de la opulencia, de la socialización. El Arte, lo más cercano al renacer para los desesperados, es un suicidio aplazado, sublimado en momentos de tal intensidad que sólo pueden entenderse desde la descreación extrema.
El Arte nos deshumaniza (esto es, nos aleja del simio) y, deshumanizándonos, nos ennoblece (esto es, nos acerca al lobo, al águila o a la araña tejedora de destinos).
El Arte une en una misma expresión extrema de concentración y abandono a la compañera del samurai y a la guitarrista de Vermeer. Lo dicho, un mismo reflejo.
fotograma del film EL RITO DEL AMOR Y LA MUERTE (Yukio Mishima)
instantánea de una actuación en la sala SOL en enero de 2007 (Casilda D. Mente)
lunes, 17 de noviembre de 2008
LA HORA INCOGNITA
"Leí en una nota de prensa que las autoridades cubanas protestaban al gobierno de Estados Unidos porque los proyectiles lanzados de Cabo Cañaveral y, por lo que fuera, perdían el control, eran destruidos en el aire y trozos de ellos caían en territorio cubano, con el peligro que ello suponía para la población. Y, en un alarde de ingenio, pensé: «¿Qué pasaría si un proyectil con cabeza atómica, lanzado desde cualquier sitio, se supiese que acabaría cayendo en una ciudad cualquiera?» La evacuación de la población, con la precipitación lógica del poco tiempo disponible para ello, y, lo más importante, las razones por las que algunas personas se quedan, voluntariamente o porque ya no tienen posibilidad alguna de huir, era el núcleo del guión que escribí.
Cuando en 1963 una película media podía costar dos millones de pesetas, LA HORA INCOGNITA -título que impuso el distribuidor- nos costó seis millones. Y digo que nos costó porque la familia era la productora. El reparto era excepcional: Emma Penella, Fernando Rey, mis hermanos, Elisa Montés, Mari Carmen Prendes, Jesús Puente. El mejor operador de entonces, Godo Pacheco, cientos de figurantes -entonces todavía se los llamaba extras-, vehículos estrellados e incendiados, todos los rodajes de noche, con el costo que supone equipos eléctricos, técnicos y humanos...
Bueno, pues una ruina.
El guión fue finalista en los Premios del Sindicato Nacional del Espectáculo; también fue premiado el equipo artístico y mi hermano José Luis. Asombrosamente tuvimos unas favorables críticas...
Bueno, pues una ruina.
El texto -no es porque lo hubiera hecho yo- era bueno. La producción, generosa. La interpretación, colosal. El lanzamiento en estreno, mejor que la media...
Bueno, pues una ruina.
El público no quiso ir a verla. El ministerio la clasificó en segunda categoría, con lo que perdimos unos tres millones de pesetas que había que pagar. O al ministerio no le gustaba mi cine, cómico o dramático, cosa muy posible, o yo no disfrutaba de las suficientes amistades oficiales para conseguir, alguna vez, una calificación mejor. En aquellos tiempos, con Franco como jefe del Estado, para ser protegido por la Administración había que ser declaradamente de izquierdas. Y yo no era de nada. Claro que luego, con la democracia instaurada, para que los distintos gobiernos te ayuden en algo, también hay que ser de izquierdas. Pero como yo sigo siendo de nada...
La situación económica de mis hermanos no les permitía hacerse cargo de la trampa, con lo que, gracias a que yo nunca dejé de trabajar, tuve que amortizarla, poco a poco, en solitario. Durante todo el año 1964 y parte de 1965 yo sólo respiraba los sábados por la tarde y los domingos, porque eran días en los que nadie iba a venir a mi casa con facturas. De todos modos, fui el responsable de la catástrofe por creerme genial y, sobre todo, por salirme del camino en el que pisaba con una cierta seguridad."
(comentario del director y guionista Mariano Ozores en sus memorias)
créditos: http://www.imdb.com/title/tt0057154/fullcredits#cast
comentarios:
http://ciberlohengrin.blogspot.com/2008/08/la-hora-incgnita_28.html
http://madhouse-casadelocos.blogspot.com/2008/09/la-hora-incgnita-espaa-1963.html
La razón de esta entrada: hace unas semanas, el amigo Dildo me dejó las memorias de Mariano Ozores, RESPETABLE PUBLICO (en las que, entre otras cosas, me identifiqué grandemente con su aversión al exhibicionismo maricón en tanto que insulto y rémora de la homosexualidad vivida como opción íntima libre y responsable, así como también con sus pesares por culpa de Pilar Miró durante los 80, que me recuerdan no poco al veto sufrido por mí a partir del 86 gracias al celo inquisitorial de Manrique, Rodríguez Lenin y demás -¿santa?- compaña), y allí pude reencontrarme (esta vez por la vía de la autocrítica) con una película que considero de las más insólitas que ha deparado nunca el cine español. Una obra de Guinness: nada más y nada menos que un auto sacramental contemporáneo (el único escrito ex profeso para cine: algo jamás admitido explícitamente por Ozores, supongo que por considerarlo pretencioso, pero algo perfectamente demostrable si nos atenemos al estudio de los personajes y que precisamente distingue LA HORA INCOGNITA de otras historias filmadas de denuncia antinuclear -LA HORA FINAL, EL DIA DESPUES, CUANDO EL VIENTO SOPLA...-; desde el más irreductible casticismo de nuestro teatro clásico, mamado y hasta impreso en el ADN de nuestro director, esta condición entre calderoniana y existencialista enlazaría la película, cabalmente ambiciosa, con el cine que Paul Schrader llama trascendente en su ensayo sobre Bresson y Dreyer, nombres que, junto con Bergman o -por citar dos norteamericanos- Wilder -el Wilder de EL GRAN CARNAVAL o de TRAIDOR EN EL INFIERNO- y Lumet -NETWORK sería la muestra más notable-, pueden detectarse como compañeros de estilo, de evolución convergente, que no motivos de inspiración, porque la película de Ozores tendría más que ver en ese plano de afinidades llamemos anímicas con otras pinturas negras del cine español de postguerra -dirigidas por Edgar Neville, José Mª Forqué, José Antonio Nieves Conde o Manuel Mur Oti-). Habrá quien piense también (por aquello de una película seria de Ozores) en las películas serias de Woody Allen, pero aquí veo demasiado la facilidad postmoderna, algo jactanciosa (aunque el resultado en ocasiones sea bastante redondo -ahí SEPTIEMBRE, ahí OTRA MUJER-), del ejercicio de estilo. En LA HORA INCOGNITA no hay tal sino iluminación visionaria de adaptar a un medio novedoso de dramatización como el cine y a la temática de la Guerra Fría y sus daños colaterales (décadas antes de que se inventase esta expresión, Ozores nos la muestra hecha fotogramas en un pueblo perdido de la España más profunda) las reflexiones solemnes que Calderón y otros autores del Siglo de Oro hicieron carne y palabras en corralas y patios, reflexiones que los Ozores, en su larga saga de cómicos, conocían mejor que la media presuntamente ilustrada (hoy diríamos progre).
En contra de lo planteado por su creador, no me parece que LA HORA INCOGNITA sea una obra fallida por no gustar al público de su época (por la misma razón, podríamos reciclar como papel higiénico toda la pintura de Van Gogh). Es un trabajo que se adelanta a su tiempo y que, ya en los 80, si EL DIA DESPUES y CUANDO EL VIENTO SOPLA provocan el impacto que provocan en sintonía con una realidad dramáticamente propicia para esas preocupaciones, un rescate televisivo prime time en el programa de Méndez Leite (y no, como se hizo, en una matinée de sábado, entre videoclips de la Movida y episodios de los Munster) habría permitido situar en el lugar que se merece este film del que su máximo responsable ha de hablar con la amarga acritud culposa de quien erró cuando no fue así (consideraciones estrictamente materiales aparte -admito que, en la visión quasi stajanovista del cine-como-medio-de-vida que se impone Ozores, LA HORA INCOGNITA pueda verse como un lujo imperdonable, pero quizás en ese impulso a permitirse en algún momento de su vida tal lujo estriba la grandeza de alguien que siempre se acercó al 7º Arte más con la humildad de cómicos de la legua de su dinastía y no con veleidades genialoides, amando el cine con amor de artesano, sin concesiones al capricho, tan sólo, en todo caso, a la iluminación-).
Hablando de iluminaciones obsesivas, VIDA EN SOMBRAS acabó por volver loco (de nuevo viene a cuento Van Gogh) a su creador. LA HORA INCOGNITA no logra desquiciar los años por venir de quien la alumbró. Sólo en SUSANA (otra rareza, aunque menos arriesgada -que anticipa en un par de años, por diversas razones de reparto, génesis argumental y ambientación, al film más interesante y no menos raro de su amigo y compadre José Luis Sáenz de Heredia, LOS GALLOS DE LA MADRUGADA-) Ozores tratará años más tarde de recuperar dicha iluminación. Tal vez sin la cicatería de Pilar Miró y de otros como ella, con subvenciones y un cierto apoyo institucional, nuestro hombre se habría permitido de nuevo, después de tantos años, un nuevo lujo (¿un remake de LA HORA INCOGNITA? ¿o una nueva versión del siempre vigente clásico de Forqué -donde, por cierto, la firma de Ozores figuraba en el guión- LA NOCHE Y EL ALBA? ¿o, mejor, material ambicioso por completo inédito que pudo ser y para nada fue, perdiéndose entre los embriones desechados -que habría dicho Satie-?). Una pena. Más que para Ozores, que parece haberlo asumido con bíblica resignación, para ese sector iluminado, visionario, de su RESPETABLE PUBLICO que, sin pretender hacer de menos buena parte de su cine cómico (en mi caso, las preferencias van por los años 60 y primeros 70, con su hermano José Luis -esa comedia poética de homenaje y despedida, HOY COMO AYER-, López Vázquez, Conchita Velasco, Gracita Morales, Lina Morgan -mi favorita, LOS PECADOS DE UNA CHICA CASI DECENTE, su trabajo más italiano en fondo y forma, donde los espectros de un De Sica, un Risi, un Comencini o un Monicelli parecen más presentes que nunca en el cine de Ozores-, Alfredo Landa, su hermano Antonio, o el primer Tip -tan zurdesco en LAS HIJAS DE HELENA-) quedó profundamente impactado por LA HORA INCOGNITA.
http://www.fulltv.com.ar/ver/pelicula-la-hora-incognita-36-37964.html
POSTDATA: OZORES COMO PSICOTRONICO (¿HOMENAJE O INSULTO?)
A partir de los 90, con fenómenos como MONDO BRUTTO y publicaciones de similar pelaje, la ascensión de Santiago Segura, los programas de telebasura con resabios de humor tipo CRONICAS MARCIANAS o los blogs de pajerismo bizarro se pone de moda en nuestro país el llamado culto a lo psicotrónico. Podría considerarse una vuelta de tuerca perversa al culto a lo kistch introducido por gays como Andy Warhol y John Waters (y aquí por Almodóvar, Paco Clavel, y hoy por hoy un larguísimo etcétera que ha empezado a adquirir trazas de institución quasi sagrada -se ha visto con la reciente polémica ante ciertas declaraciones de la reina Sofía sobre cabalgatas y homobodas-). O también podría pensarse que los impulsos de erudición y coleccionismo de lo irrelevante puestos de moda por el cocoonismo postmoderno a comienzos de los 80 han acabado rayando en su secuencia terminal con parafilias y manías como la coprofilia y el síndrome de Diógenes. Esto es, odio a todo lo que no sea conceptuado por el establishment ilustrado como basura, como ínfimo. También podría aplicarse la siguiente denominación: la introducción de la filosofía punk en la crítica cultural. O, en el contexto de esta entrada, la reivindicación de todo lo que una Pilar Miró consideraría despreciable.
Bien. Esto tiene dos lecturas. Una reivindicación visceral del tono menor, como hacen muchos gays de lo kistch o muchos punkies de la basura cultural, pues perfecto (ese desafío ya estaba en el dandismo del XIX y en el surrealismo). Pero... tal vez es otra cosa (que yo ya analicé aquí y que quedaba estupendamente reflejada en el film MAMA ES BOBA de Santiago Lorenzo). Esa otra cosa sería pura y simplemente la complacencia en el escarnio. Cuando David Letterman (una de las matrices USA de nuestros Pepe Navarro o Xavier Sardá) lleva a Harvey Pekar a su programa lo hace básicamente para cachondearse de él, para llegar a una comunión con su público en la agresión a alguien supuestamente más débil (la versión incruenta -no se descuartiza a nadie, sólo se le machaca la psique- de los espectáculos romanos de leones y cristianos). Sólo desde ese prisma podemos entender la presencia del liliputiense Galindo en CRONICAS..., del Risitas en el programa de Quintero o el lanzamiento de Tamara a manos de los Fangorios y su gente o la imperiosa necesidad de sacar frikis para satisfacer a la audiencia (incluyendo la morbosa ingestión de las últimas miserias de Pajares y Esteso como juguetes rotos -que parece superar en interés de las masas a las ya masivas, en su momento, películas cómicas que hicieron con Ozores, pero ahora por mor de unos impulsos bastante más enfermizos por parte de un público -don Mariano estará de acuerdo conmigo en este caso- día a día menos respetable).
En España, el culto a lo psicotrónico, esa búsqueda maliciosa del peor director de cine para ensalzarlo a la par que escarnecerlo (buscando a nuestro Ed Wood desesperadamente), recupera básicamente a dos nombres: Jesús Franco y Mariano Ozores (a los que añadir, sobre todo en la estela del primero, a un León Klimowsky o un Amando de Ossorio -por su cine de terror-). El tío Jess parece sentirse a gusto como psicotrónico y hasta dirige alguna cosilla concebida básicamente para ese público (aquello con las KILLER BARBIES). Por lo poco que he visto del cine de Franco, detecto en él una visión del mundo mucho más retorcida (eso que en la jerga del cine se llama xploitation, algo quasi proxeneta, donde el cineasta y el dueño de club de alterne parecen confundirse -algo que también he detectado en otros nombres como Germán Lorente, Ignacio F. Iquino o José Ramón Larraz, todos ellos, por cierto, plenamente psicotrónicos-) que la que pueda tener Ozores y quizás por ello el oportunismo más descarnado prime frente a consideraciones como el asco ante una gente que lo ensalza como basura. Por lo que cuenta Ozores en sus memorias, él nunca pretendió hacer basura ni creo le haga muy feliz que lo consideren una de las variantes carpetovetónicas de Ed Wood.
Yo lo veo como el equivalente autóctono de cineastas italianos menores (en relación con De Sica o Fellini: ahí los ya mentados Comencini o Monicelli), más tarde va incrementando su nivel de erotismo como en el vecino país pudieron hacer un Pasquale Festa Campanile o un Marco Vicario para, en los últimos tiempos de su cine más de destape, recoger ecos de fenómenos contemporáneos como las historias de Jaimito o la saga de Edwige Fenech. En todo momento, tiene un ojo puesto en la comedia ilustrada que se hace en España, bien eligiendo ocasionalmente determinados intérpretes (Guillermo Montesinos, Oscar Ladoire...) bien con detalles en el diseño de personajes o incluso de ambientación (la atípica bohemia de Pajares en QUE GOZADA DE DIVORCIO siempre me ha traído a la mente algo del OPERA PRIMA de Fernando Trueba, como PAREJA ENLOQUECIDA BUSCA MADRE DE ALQUILER es una recreación bufa -a mi entender, bastante lograda- de presupuestos formales y argumentales de Almodóvar así como de algún otro nombre de la nueva comedia -un Gómez Pereira, por ejemplo: nueva comedia que, a su vez, en un interesante feed/back, parece tomar al propio Ozores como fuente de inspiración en alguna que otra ocasión-).
Ozores, tras unos tanteos más ambiciosos (como director/guionista o como guionista) sea en comedia sea en drama (cuando en su derredor se gestaban películas de Ferreri, Forqué, Berlanga, Fernán-Gómez... o las telecomedias de un Armiñán), parece quedar bastante marcado culposamente por el fracaso de LA HORA INCOGNITA y ello da la impresión de obligarle a un stajanovismo de cine-como-medio-de-vida donde toda posible pretensión o ambición creativa queda sometida al rasero prioritario de la aceptación del público. Este stajanovismo, que sólo se suaviza eventualmente con SUSANA, de haber recibido una atención mayor de la crítica y del establishment cultural, podría haberle permitido un momento de recuperación plena de sus talentos como pudo suponer en Italia ese canto de cisne de la comedia de los 60 que fue AMICI MIEI y su secuela (se incluye comentario mío aquí). En cambio, Ozores sólo encontró la hostilidad de la Miró, la desatención de Méndez-Leite o más tarde de Garci en sus ciclos con tertulia, y, cuando en su regreso a la tv en los 90 (a la vez que lo hacían otros veteranos como Vicente Escrivá y Tito Fernández, quienes dejarían pelotazos en Antena 3 como LLENO, POR FAVOR, ESTE ES MI BARRIO y MANOS A LA OBRA –Escrivá- y LOS LADRONES VAN A LA OFICINA –Fernández-) se plantea EL SEXOLOGO (una serie llena de posibilidades), es linchado de nuevo por un puñado de femibobas primas hermanas de quien ya le había negado el pan y la sal una década antes (esa misma presión en tirar abajo la serie de Ozores no la han demostrado después -en plena apoteosis de Bibiana Aído y la educación para la ciudadanía- en erradicar todo el impresentable abanico de telebasura en sus mil y una variantes -late night shows con sus cuadras de bufones y fenómenos de feria, programas de cotilleo, reality shows, GRAN HERMANO, etc-).
Insisto: Mariano Ozores no es un psicotrónico. Como tampoco lo han sido sus hermanos José Luis (resulta doloroso incluso señalarlo) o Antonio, o Tip (¿por qué no se considera del mismo modo a Coll? ¿porque era asiduo de La Bodeguilla cuando Felipe?), o Tony Leblanc (yo, que me congratulé inicialmente con su regreso al cine de la mano de Santiago Segura, ahora tengo mis dudas de si aquello fue en parte el abrazo del oso de una recuperación psicotrónica camuflado con el oropel de nuestra parodia goyesca de los Oscar -vamos, como el episodio quijotesco de Clavileño y los duques pero en el mundillo del cine-), o Miguel Gila, o Andrés Pajares (nuestro Alberto Sordi, marioneta en estos últimos tiempos de la más implacable y destructiva canalla mediática).
lunes, 10 de noviembre de 2008
LAS CANCIONES DE MI VIDA (20)
(continuación de la serie iniciada en EL PUNTO Z)
MARGHERITA
intérprete original: RICHARD COCCIANTE
letra y música: M. LUBERTI, R. COCCIANTE
Io non posso stare fermo
con le mani nelle mani,
tante cose devo fare
prima che venga domani...
E se lei già sta dormendo
io non posso riposare,
farò in modo che al risveglio
non mi possa più scordare.
Perché questa lunga notte
non sia nera più del nero,
fatti grande, dolce Luna,
e riempi il cielo intero...
E perché quel suo sorriso
possa ritornare ancora,
splendi Sole domattina
come non hai fatto ancora...
E per poi farle cantare
le canzoni che ha imparato,
io le costruirò un silenzio
che nessuno ha mai sentito...
Sveglierò tutti gli amanti
parlerò per ore ed ore,
abbracciamoci più forte
perché lei vuole l'amore.
Poi corriamo per le strade
e mettiamoci a ballare,
perché lei vuole la gioia,
perché lei odia il rancore,
poi con secchi di vernice
coloriamo tutti i muri,
case, vicoli e palazzi,
perché lei ama i colori,
raccogliamo tutti i fiori,
che può darci Primavera,
costruiamole una culla,
per amarci quando è sera.
Poi saliamo su nel cielo
e prendiamole una stella,
perché Margherita è buona,
perché Margherita è bella,
perché Margherita è dolce,
perché Margherita è vera,
perché Margherita ama,
e lo fa una notte intera.
Perché Margherita è un sogno,
perché Margherita è sale,
perché Margherita è il vento,
e non sa che può far male,
perché Margherita è tutto,
ed è lei la mia pazzia.
Margherita, Margherita,
Margherita adesso è mia,
Margherita è mia...
MARGHERITA
intérprete original: RICHARD COCCIANTE
letra y música: M. LUBERTI, R. COCCIANTE
Io non posso stare fermo
con le mani nelle mani,
tante cose devo fare
prima che venga domani...
E se lei già sta dormendo
io non posso riposare,
farò in modo che al risveglio
non mi possa più scordare.
Perché questa lunga notte
non sia nera più del nero,
fatti grande, dolce Luna,
e riempi il cielo intero...
E perché quel suo sorriso
possa ritornare ancora,
splendi Sole domattina
come non hai fatto ancora...
E per poi farle cantare
le canzoni che ha imparato,
io le costruirò un silenzio
che nessuno ha mai sentito...
Sveglierò tutti gli amanti
parlerò per ore ed ore,
abbracciamoci più forte
perché lei vuole l'amore.
Poi corriamo per le strade
e mettiamoci a ballare,
perché lei vuole la gioia,
perché lei odia il rancore,
poi con secchi di vernice
coloriamo tutti i muri,
case, vicoli e palazzi,
perché lei ama i colori,
raccogliamo tutti i fiori,
che può darci Primavera,
costruiamole una culla,
per amarci quando è sera.
Poi saliamo su nel cielo
e prendiamole una stella,
perché Margherita è buona,
perché Margherita è bella,
perché Margherita è dolce,
perché Margherita è vera,
perché Margherita ama,
e lo fa una notte intera.
Perché Margherita è un sogno,
perché Margherita è sale,
perché Margherita è il vento,
e non sa che può far male,
perché Margherita è tutto,
ed è lei la mia pazzia.
Margherita, Margherita,
Margherita adesso è mia,
Margherita è mia...
lunes, 3 de noviembre de 2008
JOHN LOCKE
Sólo he visto la primera temporada de PERDIDOS (este septiembre, simultaneándolo con la lectura de LA DANZA DE LA MUERTE -troquel de tantos momentos de la serie: embarazadas a la intemperie, novelas sobre conejos, héroes a la fuerza, rockeros drogatas, bienintencionados canallas, buen rollito a raudales...-), por lo que mi percepción del personaje es incompleta.
Cuando empezaron a poner la serie en la 2 me ocurrió exactamente como a Charlie Mysterio: no aguanté más de un cuarto de hora. Había algo almibarado, como de educación para la convivencia, de florido pensil políticamente correcto, que me echaba para atrás (no soporto las historias de interés humano, dado que lo humano no me merece ningún interés -me quedo con lo pre, post o sobrehumano-). Si la he empezado a ver ahora con más atención (el pack en DVD de la 1ª temporada) ha sido por la insistencia de Dildo, quien me dijo que a él le había impactado por aparecer un personaje que le recordaba bastante al zenmeister Rafa.
Y, en efecto, el Locke renacido en la isla tiene muchos detalles, salidas y actitudes de nuestro zenmeister. Su pasado ya es más discutible. En parte similar (esa cotidianeidad a lo Clark Kent a la que está obligado Rafa por imperativos laborales y familiares) y en parte no (antes de volcarse de lleno en el zen y el sufismo, Rafa ya había vivido unas cuantas experiencias límite de carácter más activo que contemplativo -de hecho, bien podría definírsele no sólo como zenmeister sino como... capellán castrense: el que quiera entender, lo entienda- y nada tiene que ver con esa versión de Stewie Griffin adulto -toda esa historia del timo del riñón y el patético bisoñé de Terry O'Quinn- soñando pajeramente con aventuras inalcanzables).
Ahora espero poder ver las siguientes entregas cuando las repongan por tv o alguien me las deje en DVD, tanto por saber qué tal le va a Locke (y a la coreana -mi otro personaje favorito-) como por la natural y cluedesca curiosidad por el misterio que depara la isla. Pero por el momento no siento la necesidad imperiosa, casi adictiva, de atravesar el a suivre... como me ocurrió cuando acabé el pack de HEROES y me lancé de cabeza a la 2ª temporada por un servidor de Internet, rememorando mis viejas compulsiones marvelianas.
lunes, 27 de octubre de 2008
HAROLD LAUDER
(al hilo de la crisis he dedicado una buena parte de mis ocios en el presente año a empaparme en series como HEROES o PERDIDOS -recomendadas encarecidamente por el amigo Dildo-, a revisar -también de su mano- clásicos como SOYLENT GREEN o SOY LEYENDA y a reencontrarme con Stephen King -incluida su novela más apocalíptica y también más gorda, en todos los sentidos del término-, a quien tenía un poco abandonado desde que descubrí a Thomas Harris en los 90; hela aquí, fruto de estos visionados y lecturas y del constante murmullo catastrofista en los notisiosos, en la merma de mi cuenta y en el alza de los precios, esta cadena de impresiones que iré desgranando tacita a tacita en el blog)
«A los otros es preciso destruirlos. A todos. Para que yo pueda levantar mi rostro al sol es necesario que sea devastado el mundo entero...» (líneas de Yukio Mishima que bien podrían haber sido -sino escritas, al menos- pensadas por Harold Lauder)
Me identifiqué bastante con él allá por los 80. ¿Las conexiones?: su condición de patito feo con una actividad intelectual superior a la media, su querencia por la escritura (creo que fue él quien me indujo a escribir con cierta frecuencia en segunda persona) y su abultada libreta de afrentas, amén de sus primeros y jaujescos días de convivencia con Nadine Cross (en plan esto no puede estar pasando -antes de que la relación comenzase a oler a podrido-). Más allá de eso, no me identifico ni con su obesidad (nunca he podido ponerme en la piel de un gordo -la obesidad, tanto física como espiritual, siempre se me ha hecho ontológicamente ajena-) ni con su petulancia progre (mi petulancia -resulta perogrullesco a estas alturas- se sitúa en la antimateria de lo progre) ni con lo vergonzosamente explícito de su actitud posesiva ante terceros con respecto a su compañera de periplo Fran Goldsmith (yo habría reaccionado de manera más resignada, más -si se quiere- pasivo/agresiva -como suelo decir, a lo Rafael Alonso en EL BAILE-, con un mayor sentido del ridículo y conciencia de mis propias limitaciones -aparte de que Stu Reidman, con su aura a lo Gary Cooper, es un sujeto que me resulta simpático y a quien nunca podría ver como una amenaza: en el fondo, Harold no siente celos de Stu, sino de aquello otro, inalcanzable, inasumible, subversivo, que detecta en Frannie-).
En esta última lectura de LA DANZA DE LA MUERTE (el pasado septiembre, la quinta hasta el momento -tres veces la edición original de finales de los 70 y otras dos la versión ampliada que se publicó en el 91-) me sentí más lejos de Harold que nunca, salvo (insisto) lo ya mencionado antes (pero descartando ahora por completo el complejo de patito feo).
Físicamente, durante mucho tiempo lo vi como un trasunto del autor (no sólo en lo físico: toda la espesa moralina maniquea que recorre la obra me parece más una máscara del novelista de éxito tratando de conformarse a los moldes mainstream -un poco como su personaje jugando a la politiquería en Boulder- que un testimonio visceral de su visión del mundo -encuentro más honestos en ese aspecto títulos como OJOS DE FUEGO, CARRETERA MALDITA o ¡cómo no! MISERY-) y de ahí que me chocase tanto cuando, en aquella pésima adaptación televisiva de finales de los 90, a nuestro hombre lo encarnó el flacucho y anodino protagonista de PARKER LEWIS (¿algún remilgo políticamente correcto por si la mayoría obesa de teleespectadores se ofendía?). Esta vez mi percepción de la imagen de Harold ha variado: por mi cabeza bullían todos esos gordos y gordas chungos emanados de MONDO BRUTTO y de sus franquicias y ¿cismas? (las interrogaciones, por cuenta de Dildo, que seguramente relativizaría bastante la diferencia de talante y visión del mundo entre matriz y escisión -y yo le doy la razón, desde mi propia y triste experiencia: en realidad, el único cismático auténtico emanado de MB sería el propio Dildo, y su carrera e inquietudes posteriores así lo muestran-), amén de personajes no menos afines vistos en cine y tv (de tal modo que en este septiembre, al toparme con Harold Lauder, la imagen porcinesca de Stephen King en la contratapa se desvaneció para dar paso a Philip Seymour Hoffman -pienso en el sombrón victimismo de HAPPINESS o, aún mejor, en el maquiavelismo torpe mostrado en la última de Lumet-, o al simpsoniano dependiente de la tienda de tebeos paseando con la vieja Skinner mientras escupen a lo Kashiwagi contra la puesta de sol).
Bueno, todo sea dicho, también Harold Lauder tomó ocasionalmente en esta lectura última la figura mohína de Juan Manuel de Prada (especialmente cuando lanza esa mirada cargada de crispación en los debates del Buruaga si alguien le interrumpe en uno de sus speechs -speechs muy amenos, por otra parte: más que los de la media de contertulios, sólo parejos en interés y agudeza a los de Rosa Díez-).
Está bien acabar esta primera entrega de visiones apocalípticas mentando a Rosa Díez, la única figura política de nuestro país que está sacando rédito de la crisis (nadie mejor que ella puede asumir -para sus adentros, claro, que tonta no es- el lema baaderiano "CONTRA PEOR, MEJOR" -interesante paradoja en alguien cuyo discurso se asienta básicamente sobre premisas antiterroristas-). Un poco como Harold en su breve momento de gloria más allá de las ruinas.
«A los otros es preciso destruirlos. A todos. Para que yo pueda levantar mi rostro al sol es necesario que sea devastado el mundo entero...» (líneas de Yukio Mishima que bien podrían haber sido -sino escritas, al menos- pensadas por Harold Lauder)
Me identifiqué bastante con él allá por los 80. ¿Las conexiones?: su condición de patito feo con una actividad intelectual superior a la media, su querencia por la escritura (creo que fue él quien me indujo a escribir con cierta frecuencia en segunda persona) y su abultada libreta de afrentas, amén de sus primeros y jaujescos días de convivencia con Nadine Cross (en plan esto no puede estar pasando -antes de que la relación comenzase a oler a podrido-). Más allá de eso, no me identifico ni con su obesidad (nunca he podido ponerme en la piel de un gordo -la obesidad, tanto física como espiritual, siempre se me ha hecho ontológicamente ajena-) ni con su petulancia progre (mi petulancia -resulta perogrullesco a estas alturas- se sitúa en la antimateria de lo progre) ni con lo vergonzosamente explícito de su actitud posesiva ante terceros con respecto a su compañera de periplo Fran Goldsmith (yo habría reaccionado de manera más resignada, más -si se quiere- pasivo/agresiva -como suelo decir, a lo Rafael Alonso en EL BAILE-, con un mayor sentido del ridículo y conciencia de mis propias limitaciones -aparte de que Stu Reidman, con su aura a lo Gary Cooper, es un sujeto que me resulta simpático y a quien nunca podría ver como una amenaza: en el fondo, Harold no siente celos de Stu, sino de aquello otro, inalcanzable, inasumible, subversivo, que detecta en Frannie-).
En esta última lectura de LA DANZA DE LA MUERTE (el pasado septiembre, la quinta hasta el momento -tres veces la edición original de finales de los 70 y otras dos la versión ampliada que se publicó en el 91-) me sentí más lejos de Harold que nunca, salvo (insisto) lo ya mencionado antes (pero descartando ahora por completo el complejo de patito feo).
Físicamente, durante mucho tiempo lo vi como un trasunto del autor (no sólo en lo físico: toda la espesa moralina maniquea que recorre la obra me parece más una máscara del novelista de éxito tratando de conformarse a los moldes mainstream -un poco como su personaje jugando a la politiquería en Boulder- que un testimonio visceral de su visión del mundo -encuentro más honestos en ese aspecto títulos como OJOS DE FUEGO, CARRETERA MALDITA o ¡cómo no! MISERY-) y de ahí que me chocase tanto cuando, en aquella pésima adaptación televisiva de finales de los 90, a nuestro hombre lo encarnó el flacucho y anodino protagonista de PARKER LEWIS (¿algún remilgo políticamente correcto por si la mayoría obesa de teleespectadores se ofendía?). Esta vez mi percepción de la imagen de Harold ha variado: por mi cabeza bullían todos esos gordos y gordas chungos emanados de MONDO BRUTTO y de sus franquicias y ¿cismas? (las interrogaciones, por cuenta de Dildo, que seguramente relativizaría bastante la diferencia de talante y visión del mundo entre matriz y escisión -y yo le doy la razón, desde mi propia y triste experiencia: en realidad, el único cismático auténtico emanado de MB sería el propio Dildo, y su carrera e inquietudes posteriores así lo muestran-), amén de personajes no menos afines vistos en cine y tv (de tal modo que en este septiembre, al toparme con Harold Lauder, la imagen porcinesca de Stephen King en la contratapa se desvaneció para dar paso a Philip Seymour Hoffman -pienso en el sombrón victimismo de HAPPINESS o, aún mejor, en el maquiavelismo torpe mostrado en la última de Lumet-, o al simpsoniano dependiente de la tienda de tebeos paseando con la vieja Skinner mientras escupen a lo Kashiwagi contra la puesta de sol).
Bueno, todo sea dicho, también Harold Lauder tomó ocasionalmente en esta lectura última la figura mohína de Juan Manuel de Prada (especialmente cuando lanza esa mirada cargada de crispación en los debates del Buruaga si alguien le interrumpe en uno de sus speechs -speechs muy amenos, por otra parte: más que los de la media de contertulios, sólo parejos en interés y agudeza a los de Rosa Díez-).
Está bien acabar esta primera entrega de visiones apocalípticas mentando a Rosa Díez, la única figura política de nuestro país que está sacando rédito de la crisis (nadie mejor que ella puede asumir -para sus adentros, claro, que tonta no es- el lema baaderiano "CONTRA PEOR, MEJOR" -interesante paradoja en alguien cuyo discurso se asienta básicamente sobre premisas antiterroristas-). Un poco como Harold en su breve momento de gloria más allá de las ruinas.
ilustración: THE LEFT HAND
jueves, 16 de octubre de 2008
lunes, 13 de octubre de 2008
HOPELAND
(continuación de la serie iniciada en EL PUNTO Z)
Lindante con la memoria, recorriendo (sin zapatos) un paisaje marsupial.
Lindante con la memoria, recorriendo (sin zapatos) un paisaje marsupial.
ilustración: THE LEFT HAND
domingo, 5 de octubre de 2008
LEIDO EN LA CANICULA (3)
STATIC DREAMS: ARCHITECTURE AND ECOLOGY (varios autores)
(dedico esta entrada a Juanjo Seixas, que lo mismo ya conoce el libro)
No suelo toparme con un libro sobre temas de actualidad donde abunden los motivos relacionados con la voluntad de construcción y no con lo contrario. Motivos reales, no demagogia, ni propaganda ni sacos de promesas con vocación de sumidero. La destrucción es necesaria para poder construir, eso es innegable. Por supuesto, la destrucción puede ser no sólo frontal, también sinuosa, deconstructiva más que convencionalmente destructiva, más cercana a como la naturaleza virgen vuelve a campar por sus fueros en espacios estériles antaño dirigidos por los humanos. Como la avispa que inocula sus huevos en una larva paralizada en contraste con la manada de predadores que descuartizan vivo a un rumiante. Una destrucción que implique (de manera simultánea y no sólo consecutiva) construcción.
Este libro, en el campo de la arquitectura y el urbanismo, va por ahí. Capítulos de diversos autores que nos hablan de reciclaje y nos hacen valorar ese vocablo a quienes habitualmente lo escuchamos con desconfianza y nos sentimos muy cerca de Unabomber en nuestra querella con el desorden establecido. Recuperación de técnicas tradicionales de construcción y acondicionamiento interior en parajes desérticos del norte de Africa como solución superadora a las arquitecturas absurdas, disfuncionales y contaminadoras impuestas por el colonialismo. Un inmenso cementerio de desechos de la industria pesada en el Ruhr convertido en parque temático para reflexionar (que no para evadirse) sobre los errores de la técnica: "parque temático" (expresión odiosa -pero en esta ocasión parece estar más cerca de Jünger que de Disney-) o también, si se quiere, "museo del holocausto medioambiental" (con una utilidad más universal y fecunda -por imaginativa- que el victimismo tribal como coartada para repetir los errores de los verdugos). Pueblos recuperados en Zentropa no para consumo turístico sino para ser habitados todo el año desde los presupuestos originales (medievales) que les dieron sentido. Arquitectos visionarios que plantean singulares hermanamientos entre el pasado y el futuro no desde la vacuidad más tópicamente postmoderna sino tratando de tender puentes donde sólo se deje de lado lo disfuncional y dogmáticamente vanguardista. Reflexiones deconstructivas y no meramente demoledoras sobre los rascacielos (lo dicho antes sobre la avispa y la larva) que posibiliten la existencia de construcciones verticales creadoras de empatía y no sólo infiernos entrópicos dignos de Ballard o de Cronenberg. Reivindicaciones hasta hace poco consideradas heréticas: el Modernismo frente a Le Corbusier... Un fantasma parece planear a lo largo de estas páginas, el de Antonio Gaudí. También recordamos a Frank Lloyd Wright (Howard Roark en la ficción vindicativa de Ayn Rand). Y, en su oportunismo subversivo, uno no puede por menos de pensar en el anarca Martin Venator.
Una lectura que nos complementa (complemento, repito, nunca anulación u obsolescencia -no caigamos tontamente en el desarme unilateral-) la prosa incendiaria de Unabomber. Una obra que nos hace pensar por un momento en el diseño urbanístico y ergonómico de Atlantis en ATLAS SHRUGGED de haberse extendido más su autora sobre el particular. Una obra formalmente utópica pero esencialmente realista en su manera de encarar los años por venir. Los años por vivir. Lo dicho, la avispa, la larva... (por cierto, apasionante el capítulo dedicado a las construcciones de los animales y su llamada implícita para recuperar nuestra memoria más atávica en materia de construcción -por ejemplo, en el tema de refrigeración interior según el modelo desarrollado por las termitas-). A EJ (¡seguro!) le habría gustado prologarla.
domingo, 28 de septiembre de 2008
LA LEYENDA DEL INDOMABLE
El zenmeister lo definió (desde la objetividad más asertiva y jüngeriana, en las antípodas de cualquier frivolidad rijosa) como "el máximo arquetipo vivo de la belleza masculina".
De una estirpe de buscavidas entre la ironía y el tormento interior (esto es, dispuestos a trascender con creces ese rol), en la que también incluiría a William Holden, a Jeff Bridges y (por razones más de forma que de fondo) al sosias replicante de Newman, Rutger Hauer (quizás también a Bill Murray, cuando va más allá de la bufonada), con algo de Anarca en su desapego sutil (tan distinto a la ostentórea otredad del titán Brando -Hauer, en el fondo, participa más de esta esencia que de la de Newman: sería un Brando enmascarado de Newman-) frente al desorden establecido, los más grandes momentos que me deparó se encuentran en WUSA, COOL HAND LUKE, THE HUSTLER, HARPER, DULCE PAJARO DE JUVENTUD, EL JUEZ DE LA HORCA, DONDE ESTA EL DINERO...
De una estirpe de buscavidas entre la ironía y el tormento interior (esto es, dispuestos a trascender con creces ese rol), en la que también incluiría a William Holden, a Jeff Bridges y (por razones más de forma que de fondo) al sosias replicante de Newman, Rutger Hauer (quizás también a Bill Murray, cuando va más allá de la bufonada), con algo de Anarca en su desapego sutil (tan distinto a la ostentórea otredad del titán Brando -Hauer, en el fondo, participa más de esta esencia que de la de Newman: sería un Brando enmascarado de Newman-) frente al desorden establecido, los más grandes momentos que me deparó se encuentran en WUSA, COOL HAND LUKE, THE HUSTLER, HARPER, DULCE PAJARO DE JUVENTUD, EL JUEZ DE LA HORCA, DONDE ESTA EL DINERO...
lunes, 22 de septiembre de 2008
LEIDO EN LA CANICULA (2)
POR TIERRAS DE PORTUGAL Y DE ESPAÑA (Miguel de Unamuno)
He leído este mi primer volumen completo de Unamuno (que tanto marcó la adolescencia de mi madre -especialmente EL SENTIMIENTO TRAGICO DE LA VIDA- y cuya presencia en las estanterías acompañó mi infancia -la obra que acabo de mencionar, más NIEBLA, ABEL SANCHEZ, VIDA DE DON QUIJOTE Y SANCHO...- sin decidirme nunca, tal vez precisamente por la insistencia materna -que por entonces sólo me inspiraba desconfianza y agobio-, a la inmersión en aquellas páginas australes) con el corazón a caballo entre mis recuerdos del vecino país y las reseñas magdalenienses de escritura y paisaje (por cierto, ninguna de don Miguel hasta el momento).
Ha sido un descubrimiento gratísimo de alguien a quien hasta ahora sólo me había aproximado por la oblicua vía de la imagen para pequeña y gran pantalla (NADA MENOS QUE TODO UN HOMBRE, NIEBLA, ABEL SANCHEZ) y por cierto capítulo del VIAJE A LOS CENTROS DE LA TIERRA de Vintila Horia. El zenmeister, tan unamuniano él, me ha prometido ir pasándome a la mayor brevedad sendas entregas del berroqueño rector. La primera mitad del libro supone otra vuelta de tuerca en mi acercamiento a Portugal. Desde la ambivalencia unamuniana en cuanto a los sentimientos que le inspiran las tierras allende la raya y transportado por sus atinadas descripciones de la psicología lusa, crece mi anhelo de volver a pisar un suelo tan ajeno a la mala baba carpetovetónica, tan ensimismado en sus mejores tiempos (conjugados, cómo no, en pretérito), en sus morbos religiosos, en sus océanos de lágrimas, en su brumoso nirvana, en su (cada día más sano y pertinente) odio a la prepotencia hispánica.
El resto del libro es más feroz (su vigentísimo retrato de Barcelona y su certera distinción entre el separatismo vasco y el catalán, motivado el primero por el orgullo antisocial -siempre más disculpable por hallarse más apegado a la naturaleza- y el segundo por la vanidad de epatar a los otros -de ahí que el catalanismo, a diferencia del independentismo vasco, tenga siempre en su turbia esencia burguesa algo de fullero, de truquista, contra la innegable voluntad facciosa de los paisanos de don Miguel, desde los partidarios del pretendiente Carlos Mª Isidro a los encapuchados de la última hornada-; o esa constante abominación contra el turismo, contra el maquillaje que desnaturaliza la tez de las muchachitas vascas, contra los tenderos enriquecidos, contra las masas profanando con su odiosa irrelevancia los paisajes sagrados -magnífica la semblanza de cierto santuario navarro con su guardián cerbérico, martillo de turistas, tocayo de Unamuno para más gozo de nuestro autor, y sus criadas fibrosas, lacónicas, ajenas a toda mundanidad, a toda tentación histérica, como hembras de mastín, como walkirias imaginadas por Zuloaga-, contra la filosofía como presunción y no como destino que se vive sin mentarse. Unamuno, en su malhumor, se alza ciclópeo sobre un país que ya entonces agonizaba y del que hoy sólo queda la podre (¿qué diría don Miguel de ZP, de Zerolo, de Rajoy, de los tsunamis de silicona, de las máscaras de botox, de los carnavales de Chueca, de los pajeros que malgastan sus días manoseando una y otra vez la misma subcultura kistch hasta volverla ruido blanco y/o encefalograma plano, de la telebasura, de GH? Seguramente no tendría palabras o las palabras no bastarían para expresar su horror: Unamuno y Una...bomber, tan lejos y tan cerca...).
foto: CASILDA D. MENTE
domingo, 14 de septiembre de 2008
LEIDO EN LA CANICULA (1)
THE CHANGE (Germaine Greer)
Desde mi condición de UOMO LESBICO, más cercano a Lo Femenino (nunca a lo afeminado -engendro machista, ni siquiera masculino-), cercano desde la empatía que no desde la otredad, he leído esta obra (recomendada por la osita, quien la descubrió en Holanda en los primeros 90 y le causó un impacto notable por su rechazo absoluto de las convenciones clínico/machistas en torno al climaterio y los años de ancianidad -"¿cul de sac sin expectativas para la mujer?" se pregunta la autora con deconstructiva ironía-) no como algo que atañe a otra especie sino como algo que me toca de lleno en aspectos, si parcialmente fisiológicos, plenamente emocionales y sociales.
A la autora no le gustan los eunucos, ni femeninos ni masculinos. A mí tampoco. Todas las tácticas de emasculación nos repugnan a ambos. Emasculación es doma y doma es antinaturaleza: la mujer amariconada, el hombre afeminado, la homosexualidad entendida como caricatura de la caricatura previamente perpetrada por el machismo de Lo Femenino (o, en el caso de cierto lesbianismo, como remedo de lo machista más que de Lo Masculino), todo lo que asienta el universo unidimensional del macho social. Tanto a la autora como a mí nos atrae Lo Femenino como potencia primigenia, inspiradora de temor y de respeto (y, desde ese temor y respeto, de amor en libertad), nacida no de la sumisa costilla de Adán sino de la silvestre matriz de Lilith, de Artemisa, de Medea, de Ligeia, de las brujas y sacerdotisas que se desarrollaron desde la introspección y no al socaire del macho (bien buscando su aquiescencia bien procurando llevar la contra por llevar la contra -otra manera de ser esclava del hombre-).
Germaine Greer es una mujer hermosa, no sólo por gozar de una afortunada estructura física sino por verse hermosa y no regirse por cánones ajenos de belleza. Lo que cuenta en su libro es reflejo de un alma hermosa. Sin tópicos ni anteojeras, sin sectarismos ni unidimensionalidades, desde unas apetencias sexuales no excluyentes (que tiran por tierra el viejo tópico machista "feminismo = lesbianismo = incapacidad de las feas para encontrar pareja masculina" y que dejó claro en el 2003 con su controvertido libro dedicado a glosar la belleza de los efebos -un libro cuya lectura podría perfectamente acompañarse con el fondo musical de I GIARDINI DI KENSINGTON, esa traducción viscontiniana de Lou Reed que Patty Pravo nos regaló allá por los primeros 70 y que yo he incluido en mi repertorio desde hace un lustro-), reivindica la época de la vida en que las facultades físicas comienzan a decaer y la naturaleza va cerrando el ciclo de la procreación como una época de elevación hacia Lo Trascendente (en una línea mucho más próxima al Pensamiento Oriental y Primitivo que a la modernidad occidental y burguesa, de pragmatismo disfuncional por lo miope).
Leyendo a Germaine Greer no puedo por menos que pensar en mi tía Carmela, la randiana, y su feminidad agreste, curtida en soles y soledades, unida a un hombre desde una perspectiva por completo antipatriarcal, y para quien los años que se inician en la menopausia fueron años de plenitud y no de ocaso. De veras, me he sentido muy cómodo leyendo un libro escrito para todas las mujeres y para todos aquellos humanos que se identifiquen con Lo Femenino como potencia tremenda y terrible, inasequible al abuso y al desprecio, respetable, en una palabra. Lo Femenino como categoría/mundo en que vivir y profundizar continuadamente, no como anécdota/kleenex de usar y tirar al albur del capricho.
Y magistral la vivisección desmitificadora de aquel icono del feminismo burgués (tan lleno de alienación y contradicciones insolubles, como todo lo burgués) que fue Simone de Beauvoir.
Quiero acabar con una cita de Greer posterior a esta obra pero que refleja muy bien el espíritu y la lucidez de su trayectoria: "The 1969 female eunuch was nothing but womb. The 1997 female eunuch has no womb". El mejor reproche que puede hacerse a los gravísimos errores del feminismo burgués como rehén a la contra del machismo.
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