miércoles, 1 de mayo de 2019

ABSTENCION PERO DENTRO DE UN ORDEN


"Yo, como hago desde el 96, seguiré absteniéndome (hasta que no cristalice una opción seria que nos emproe sin fisuras hacia Visegrado o, mejor aún, hacia la Unión Aduanera Eurasiática) pero ello no quita que no sepa apreciar el valor de un catártico cambio de chip. Estamos en la nueva Transición, diferente (como también el entorno internacional) de la anterior, pero tal vez más decisiva si pensamos en el fondo y el largo plazo y no nos quedamos en la espuma anecdótica de tantos mimbres, por el momento y en una primera impresión, más ridículos que sublimes."  (autocita)


Otras veces, el día después de las elecciones, he remachado mi visión abstencionista como parte del "partido más votado". Dejaba así constancia de la nula detección de alternativas regeneradoras en las opciones presentadas. Esta vez es distinto: están pasando cosas interesantes y comprendo perfectamente que gentes que me siguen y empatizan con mis desahogos hayan votado a opciones que, de manera oblicua, yo he destacado en algún momento no con mi devoción incondicional pero sí con mi atención (mayormente, la irrupción de VOX o algún nombre del PP, caso de Cayetana Alvarez de Toledo). Pero, desde mi circunstancia, desde mis años de ingenuidad respecto a fuerzas ("nacionales", abertzales) que concitaron mi expectativa de cambio en profundidad de un establishment decadente y que acabaría contemplando como sendos fraudes, desde mi reflexión de los últimos lustros sobre el valor de la gestión frente a la gestualización (reflexión que me llevó a interesarme por nombres que antes había despreciado y a revisar "a la baja" otros que, más allá del espasmo -bien heroico, bien turulato, bien las dos cosas-, nada habían aportado a la construcción de un estado estable y funcional; y reflexión a la que llego gracias a la contraposición que plantea Antonio Fdez Ortiz -ese feliz descubrimiento que me brindó el zenmeister Rafa Castilla- entre bolchevismo disolvente y estalinismo constructor, a mis retomados nexos suaristas -pero sin la tonterida derechohumanista con que los asumí en mi breve militancia en el CDS sino buscando el meollo más interesante y categórico, desde sus tiempos con Carrero y Herrero Tejedor a su trabajo con Carmen Díez de Rivera- y a mi atento seguimiento tanto del Putin Amo como del ascenso de la China post/maoísta surgida del légamo primordial del padrinazgo de Nixon y Kissinger), desde todo ello, tal vez "personal e intransferible", ahora mismo no estoy aún en condiciones de votar a nadie, salvo mi refrendo platónico a gentes de otras latitudes (como ya hice con Trump en su momento y hoy hago sin problemas con doña Marina, Salvini o el magiar paladín de la "orbanidad").

Los sufragios recibidos por VOX y el PP (aún por añadir los del próximo mes) ahora pueden ser correspondidos con un buen hacer, audaz y astuto a un tiempo, al putiniano modo, con voluntad de crecimiento y consolidación, huyendo de complejines autofágicos pero también de postureos metepatas (de esos que el vitriólico Foxá -nuestro Malaparte rollizo y en tono menor- señalaba en cierto cura navarro metido en camisas azules de muchas varas con aquel epiteto de "SERA LA TUMBA DEL FASCISMO"). Está en sus manos el obrar en consecuencia con estos TIEMPOS DECISIVOS en que lo hasta hace poco testimonial va adquiriendo relevancia hacia la construcción de un nuevo paradigma donde Tradición y Futuro retocen en el tálamo de la sinonimia. KONSERVATIVE REVOLUTION (con K de Konfucio, primer referente de la primera potencia mundial), que, más allá de desavenencias formales, transversaliza personalidades y latitudes (Trump, Putin, Visegrado, Salvini, doña Marina, Irán, Bibi Netanyahu, Erdogan, y, como conjunción suprema, esa versión king/size del desarrollismo carreriano que es la China actual). 

Pueden cabalgar el tigre de estos años por venir con soltura y gallardía, dominando, o dejarse llevar por el cortoplacismo de los residuos chantajistas de un terminal desorden establecido que, por ser terminal, tiene eso único de bueno, que le quedan dos telediarios. Ellos verán. La Historia sigue, con o sin su concurso.

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