miércoles, 1 de septiembre de 2021

YO, PINTOR DE BISONTES (elucubración testamentaria)

 

Desde que tengo uso de impulso creativo (desde aquellos dibujos de coches y dinosaurios con que comencé a expresarme en mi más lejana niñez a las deyecciones/desahogos que hoy cuelgo en Internet, pasando por todo lo volcado en canciones, artículos, lecturas por radio, narrativa y poemitas) jamás he pensado en términos de ejercicio de estilo, de posteridad, de FIN, sino, como el inquilino de Altamira, en clave mágica, instrumental, como MEDIO (arma, herramienta, palanca, poción de amor o terapia) vinculado al presente (un presente largo, con prospectiva, eso sí, sin excesos nanoplacistas, pero siempre para ser asumido desde el más acá, sin ambiciones trasmundanas -que, en mi caso, están más vinculadas a la satisfacción sismográfica, agorera, del profeta anónimo cuyas visiones se van imponiendo, que no a cualquier delirio de ser recordado-).


Yo, que sólo conduzco en sueños (y coches pequeños), me he pasado la vida al volante de mis creaciones. Claro que como en un circuito de coches de choque... Porque no siempre se logra el bisonte que se pintó previamente en el muro de nuestras intenciones. 




No hay comentarios: