miércoles, 15 de septiembre de 2021

EN EL FONDO... (perogrulladas eXXXpaNYolas)



(este exhaustivo balance sobre los tristes destinos de Windham Lewis me ha decidido a deponer esta rumia que se centrifugaba desde hacía semanas en uno de mis estómagos mentales) 


 A veces (más frecuentes cada día que pasa) pienso que, en entornos tan bajunos como el nuestro (tan estragados de antiutopía y totalitarismo consensuado entre los que timan y los timados), sólo desde el ocio forzoso de jubiletas, desahuciados civiles, patatas calientes, venenos de taquilla, brujas repetidamente cazadas, etc, etc, elementos todos ellos marginados de cualquier NEGocio, se puede llegar al FONDO de las cosas sin tentaciones mixtificadoras de guardar la ropa, bienquedar, ponerse de perfil (o rebajarlo al máximo) sin olvidar el aún más vergonzoso recurso (balidos con pretensión de aullidos) a las falsas banderas de una sobreactuación tongada. Y, por ello, estudiar el FONDO de las cosas es algo inasequible a la mayoría que, dedicada a sus NEGocios, atiende más al espejismo nanoplacista de lo particular (el ir A LO SUYO) que a la amplia perspectiva desde la que saber realmente dónde se está. 

De ahí que los grandes momentos de catarsis regeneradora se produzcan cuando la proporción entre la obstinación NEGociante y la ociosidad como trágala se hace más y más pareja. Y, así, el FONDO de las cosas se transmuta, tacita a tacita, de arcano a perogrullada.



miércoles, 1 de septiembre de 2021

YO, PINTOR DE BISONTES (elucubración testamentaria)

 

Desde que tengo uso de impulso creativo (desde aquellos dibujos de coches y dinosaurios con que comencé a expresarme en mi más lejana niñez a las deyecciones/desahogos que hoy cuelgo en Internet, pasando por todo lo volcado en canciones, artículos, lecturas por radio, narrativa y poemitas) jamás he pensado en términos de ejercicio de estilo, de posteridad, de FIN, sino, como el inquilino de Altamira, en clave mágica, instrumental, como MEDIO (arma, herramienta, palanca, poción de amor o terapia) vinculado al presente (un presente largo, con prospectiva, eso sí, sin excesos nanoplacistas, pero siempre para ser asumido desde el más acá, sin ambiciones trasmundanas -que, en mi caso, están más vinculadas a la satisfacción sismográfica, agorera, del profeta anónimo cuyas visiones se van imponiendo, que no a cualquier delirio de ser recordado-).


Yo, que sólo conduzco en sueños (y coches pequeños), me he pasado la vida al volante de mis creaciones. Claro que como en un circuito de coches de choque... Porque no siempre se logra el bisonte que se pintó previamente en el muro de nuestras intenciones.