Cuando los cobardes se pavonean sin miedo ni vergüenza sobre las chepas del resto y este resto debe justificar sus impulsos naturales con coartadas (que si la Constitución, que si la UE, que si sólo es una performance...) la cosa está en las últimas. Y menos mal. Lo mejor de una situación terminal es eso, que se acaba. Y, más allá del final, el Futuro Salvaje nos redimirá.
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