"Sin disponer de las condiciones indicadas, le iba a resultar difícil, de todas formas, sobreponerse a sus temores. ¡Ay, qué recompensa tan modesta a tantos esfuerzos y peligros!" (YUKIO MISHIMA)
Votar a alguien por imperativo antropológico de supervivencia, en busca de un pivote en que apoyarse para desarrollar un Gran Consenso que implique a la inmensa mayoría tiene sentido.
Votar a alguien para que mate (o encarcele -o arruine-) a otros (y así acabar definitivamente con el velo de Penélope de la alternancia) tiene igualmente sentido.
Votar a alguien con la esperanza de que te lleve con él en su medrobus, también tiene sentido.
Votar a alguien por verlo triunfar en aquello que tú no lograste, aun a sabiendas de que no hará nada por ti (una versión tal vez algo más ridícula del padre que se realiza a través de sus hijos), el voto de tanta gente hoy en día, ¿tiene tanto sentido?
El campesino bávaro que se enorgullecía de los dispendios de su Rey Loco y rechazaba, profundamente coherente con su posición dentro del organigrama del despotismo, las críticas socialistas que afeaban el proceder regio tiene bastante más sentido.
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