En este tag, ZURDODROME, iré recogiendo colaboraciones
aparecidas originalmente en el hoy difunto oniroblog DILDODROME
(creación del sr Landeira)
escena 1
Me encuentro en una habitación soleada que me resulta conocida aunque no puedo precisar de qué. Es un lugar de ensayo (hay instrumentos –guitarras, teclados, extraños utensilios de viento-, amplificadores, micros...). A mi lado está Douglas Pearce junto a un micro, con una guitarra acústica, cantando una canción de Benito Moreno (concretamente, las sevillanas “LA LLAME MUJER”). Viste sólo un pantalón de cuero muy bajo de cintura, a lo Britney Spears, y tiene un torso muy peludo, asomando también una mata de vello púbico por el pantalón. Unos piercings con forma de calavera con tibias (el símbolo de DEATH IN JUNE) atraviesan sus pezones y están unidos por una cadena de reloj plateada que choca rítmicamente contra su esternón al moverse. Al contemplarlo, lo asocio con David Byrne (un David Byrne más corpulento y bestial) por la misma regla de tres que asociaría a un rottweiler con un dobermann.
Yo debo de tener entre doce y trece años, aunque soy muy alto para mi edad. Visto un pijama de verano de mangas y perneras cortas, estampado con la imagen repetida de Stewie Griffin sentado en el regazo del gato de Cheshire (es como una parodia del cartel de propaganda de la película “AMARCORD” –el adolescente sentado en el regazo de la estanquera-: Stewie, con melena platino a lo Patty Pravo, y vestido de cowgirl como una de las playmates que actuaban ante los soldados en “APOCALYPSE NOW”, se arrellana sobre una descomunal gata de Cheshire con gafas, que es como un singular cruce entre el gato creado por Disney y su hermana Meg –o mejor, como una Meg Griffin transformada por algún doctor Moreau en el gato de Cheshire versión Disney-). Yo estoy en cuclillas pintándole las uñas de los pies al amigo Doug: se las pinto con los colores alquímicos del antiguo Reich (una roja, otra blanca, otra negra).
Cuando acaba las sevillanas me tiende un micro inalámbrico negro, con la forma exacta de un dildo (con nervaduras y todo, y un fuerte olor almizclado), y yo, ya de pie, me dispongo a acompañarle a los coros. Se arranca con una canción de Alberto Bourbon, “ANTES DE TI NO HUBO ANTES”, y cuando yo canto lo hago con una agradable voz sin desarrollar que recuerda bastante a la de Francoise Hardy (una FH medio somnolienta y resacosa). Al estar muy cerca del rostro de Doug, siento el perfume de su loción de afeitar (pienso para mí: “huele igual que el “HELIOPOLIS” de Jünger si dicho libro fuese loción de afeitar”).
Una voz, tras la puerta, nos grita “chicos, la comida”. Salimos al pasillo y entonces descubro que estoy en mi antigua casa de Viriato y que el cuarto de ensayo es el saloncito donde nos reuníamos a ver la televisión.
escena 2
Estoy en una especie como de cruce entre una sala de profesores y una sala de interrogatorios de una comisaría. Los policías deben de ser británicos porque visten igual que en aquella serie en la que intervenía Rowan Atchinson. Por lo visto, Douglas Pearce ha desaparecido y hay sospechas de que haya podido ser asesinado. Un policía va interrogando a una serie de gente que no logro recordar al despertar y, finalmente, se sienta a mi lado con expresión suspicaz y me tiende un álbum de fotos. Todas son imágenes familiares donde aparecemos Douglas, su compañera, yo, animales domésticos... Me fijo en una foto donde se detecta la silueta de Pearce enfocándonos a su compañera y a mí. Estamos en cuclillas sobre el césped, junto a un rottweiler con la lengua fuera. La compañera (la voz que nos llamó para comer) es idéntica a Kirstie Alley en su época dorada (cuando hizo de conejita de Playboy o en aquella otra con Tom Selleck) y yo (sin más atuendo que un sucinto tanga estampado con la gata de Cheshire durmiendo sobre mi pubis) tengo un físico bastante particular: soy delgado pero muy ancho de hombros, como el Tadzio de “MUERTE EN VENECIA” o un Anthony Perkins preadolescente), y mi rostro es una mezcla entre la citada Kirstie Alley y el batería de EJECUTIVOS, Juan Luis Vizcaya (de hecho, mi rostro es una versión rubia del de Juan Luis, con la mirada más felina; y el pelo lo llevo por delante cortado igual, con raya en medio y crenchas que caen sobre mi cara, aunque bastante más largo por detrás –tendría algo también de la melena que lleva el andrógino nerdie de la serie “MENTES CRIMINALES”-). Al ver la foto siento un deja-vu emocional que asocio con determinado fragmento de mi cuento “FRENTE DE HIERRO” (publicado en
“EL CORAZON DEL BOSQUE”) y recuerdo por qué vivo con Pearce y su compañera (a los ocho años me compraron a mis tíos para usarme como juguete erótico e iniciarme al helénico modo en subversiones rúnicas y luciferinas).
En la foto se nos ve a Kirstie y a mí muy cómplices y acaramelados. Ella lleva un bikini muy sucinto, desbordándose sus amplios y blancos pechos por las diminutas copas color caramelo, y un tanga casi microscópico en forma de mariposa verde con las alas desplegadas que apenas si deja lugar a la imaginación. Hay algo en la expresión de nuestros rostros como si nos estuviésemos pitorreando de quien hace la foto.
Yo entonces río para mis adentros y miro desafiante al policía (pienso “nunca podrán saber si Douglas está muerto o sólo ha desaparecido... Menudo es él”).
Con esa frase me despierto.
estímulos recientes
La megaescucha de DEATH IN JUNE concluida un día antes del sueño, así como una conversación con Dildo en la tertulia de los viernes donde le comenté la relación que encontraba entre los temas más cacofónicos de DIJ y la etapa más oscura de su artista andaluz favorito (
justo el material lanzado en 2001).
El que Pearce cantase en vez de sus propias canciones cosas de
Benito Moreno y Alberto Bourbón tal vez indique mi decepción ante la escucha (tenía una imagen muy mitificada de su repertorio y al oírlo todo de un tirón se me ha caído bastante –salvo, precisamente, algunos temas neofolk con guitarra acústica y coros femeninos-): la virilidad impostada del sujeto en mi sueño (impostación un poco estereotipada que puede guardar relación también con la lectura recentísima de cierto libro de Burroughs, “WILD BOYS”) queda parcialmente sustituida por la virilidad mucho más
recia y real de los cantautores mencionados.
También creo que influye un aparte con Elderly ese mismo viernes en el que saqué a colación
la escena de “EL NADADOR” cuando Burt Lancaster conversa con el chavalín en la piscina vacía.
En cuanto a
Stewie Griffin, su hermana
Meg y la gata de
Cheshire, cualquiera que haya seguido mi web y mis blogs habrá visto que son imágenes recurrentes.
También lo de mi compra/secuestro para usos innombrables, puede vincularse a situaciones vistas en series que suelo seguir, como la ya mentada “MENTES CRIMINALES” o “SIN RASTRO”.
Lo único que se me escapa es qué pinta Kirstie Alley y Juan Luis Vizcaya.
Como final, diré que tanto al recordar el sueño nada más despertar como al escribirlo después me siento muy bien, como si se desatase un nudo que me ha estado atormentando durante las últimas semanas.