"Pero qué público más tonto tengo: panilla fina me ha caído a mí..." (autocita)
Cómo les gusta a algunas gentes resucitar a sus combos favoritos en vez de darse cuenta de que, cuando éstos desaparecieron, dejaron un cadáver relativamente aceptable y que su eventual ¿vuelta a la vida? no es sino una penosa galvanización en base a bajos (muy bajos) instintos de venalidad y egos (en la acepción más chulesca e insalubre de esta palabra). Los grupos desaparecen por unas razones, SIEMPRE DE PESO, razones tejidas de desavenencias, de traiciones, de decepciones irreversibles y la mera hipótesis de una reentreé sólo será un mero ejercicio de cinismo, que debería de causar grima y espanto al auténtico seguidor, a quien sabe que esa canción sólo tiene sentido escuchada en su contexto original o, en todo caso, recuperada por esos artistas en ulteriores avatares de su singladura (nuevas formaciones, unas más sólidas lealtades y una mayor comprensión de lo que desean hacer, comulgando en la MUSICA y no en la mera expectativa económica o en la grimosa -por anacrónica- afirmación egotista), sin voluntad de cover, con la frescura del primer día.