lunes, 3 de agosto de 2009

CUESTION DE OLOR


(a Barbara Parkins)

(continuación de la serie iniciada en EL PUNTO Z)
(texto inédito escrito a fines del 2000)

«Dejadme volver a aquel suave y espléndido futuro que no ha pasado porque nunca ocurrió.» (RAYMOND CHANDLER)

El olor que despiden algunas caras desde la distancia. La distancia del couché arrugado, de la pantalla de tv, del monitor VGA.

El olor nos aturde, nos avasalla. Todo huele en esa presencia. La melena fosca, sedoso y espeso edredón. Los ojos entornados por la mucha e intensa vida (fingida ante las cámaras, vivida off the record... ¿qué importa?). La sonrisa, de entrada, indiferente (¿el mejor preludio a ulteriores atenciones?). La piel con tendencia a lo violáceo (más que a lo rosado) en los rincones y vórtices singularmente propicios al beso libador y compulsivo... ¿Pero cómo puede oler tanto una imagen, una carne que es (aquí, ahora) solamente virtual?




El olor de un aliento que se adivina sin conocerse. El olor de alguien que andará ya por los cincuenta y ocho años y a quien deseamos con ímpetus añadidos, no importa su aspecto actual (para nosotros siempre será la inquietante muchacha que asomaba fugazmente en aquella historia de espías dirigida por Huston, la ominosa sureña de aquellos grandes relatos televisivos que tanta turbación trajo a nuestra adolescencia, la venenosa Christina que llevaba a los incautos al agujero negro de la desdicha, la casquivana oficial en aquella localidad de provincias de la que partirían para buscar nuevos horizontes, aparte de ella misma, nombres como Leigh Taylor-Young, Mia Farrow o Ryan O’Neal...).

Nosotros, que amamos (desde nuestro fondo más femenino) a las mujeres de cabello fosco y sino fatal, vemos su rostro de carne virtual y su espigado misterio cuando adoramos a nuestras habituales diosas (la Ligeia del amigo Edgar, la Madame Hydra de los cómics Marvel, la Lilith que Jehová desechó en el Edén por insumisa, la Medea gratinadora de niños, la Nadine Cross de LA DANZA DE LA MUERTE...).




Hoy, en uno de nuestros primeros anadeos por la red, la buscamos como se busca a una vieja amiga a quien hace mucho que no se ve pero a la que nunca se olvida, como el poeta Cirlot hubiese buscado a Rosemary Forsyth de haber tenido uso de navegador. Y la encontramos en páginas web, en altares de adoradores, en perfiles biográficos, en reclamos de carne fresca ofreciendo sus imágenes más prohibidas. Nos enteramos de su ascendencia canadiense y nos sonreímos al recordar que otra de nuestras diosas más oscuras, turbadoras y lúbricas (Carole Laure) también comparte esa ascendencia.

La gente continuará sin saber de quién diantres hablamos cuando pronunciemos su nombre («¿Barbara Parkins?: no me suena») y eso nos la hace todavía más nuestra. A ella, a su expresión enigmática (de agitanada Gioconda), a su olorosa carne virtual.




ilustraciones: THE LEFT HAND

6 comentarios:

paisajescritos dijo...

Estoy entre quienes no saben quién es Barbara Parkins. Pero he podido hacerme una buena ida no tanto buscando en google como leyendo el retrato que haces. Más que nada porque has tocado un tema que me interesa, el del olor (y que quiero llevar a mis paisajes, en breve). En una cultura inodora en la que los perfumes enmascaran y aturden, borrando identidades, es cada vez menos frecuente ser sensible a los mismos, adivinarlos o simplemente, por instinto (y que nos dure)hallarlos. Lo de "a qué huelen las nubes" me parece una expresión más de la persona como clon. Tal vez el olor (el que emana de los cuerpos, no el superpuesto)eso olor que tanto tememos, sea el gancho sexual por excelencia, el inmediato y verdadero.

el zurdo dijo...

El sexo animal, en buena medida, se basa en el olfato. Y no es casual la mística del perfume, tan pesadillescamente descrita en aquel best-seller postmoderno.

La imagen de Barbara Parkins me hace presuponer un físico agradablemente oloroso, del mismo modo que Julia Roberts siempre me ha dado la impresión de que debe de oler a rayos.

paisajescritos dijo...

Sobre cómo está desapareciendo el olor (precisamente por lo que nos estamos alejando de nuestra condición animal) es de lo quiero hablar, y por supuesto, tirando del bestseller. Me has "olido" el pensamiento. ¿Julia Roberts? sí, a mí me huele a Nenuco.

el zurdo dijo...

A mí, a lo contrario, a que le canta el alerón. No sé, siempre me ha parecido muy ad hoc para los papeles donde la encuentro más creíble, la fulanita de PRETTY WOMAN y la sirvienta de MARY REILLY.

paisajescritos dijo...

Fernando, tu comentario resulta casi casi ... perverso. Casualidades, creo que sólo la he visto en esas dos pelis.

el zurdo dijo...

Yo la he visto en cuatro o cinco más pero nunca me ha resultado creíble. No la considero muy buena actriz, todo sea dicho.

Su hermano Eric, en cambio, que fue quien la introdujo en el cine y a quien ella luego dejó tirado, es infinitamente más atractivo, mejor actor y, de seguro, olerá mucho mejor.

Entre sus pelis más interesantes:

http://www.imdb.com/title/tt0087932/

http://www.imdb.com/title/tt0089941/

http://www.imdb.com/title/tt0113939/


Aquí galería fotográfica:
http://www.ericrobertsactor.com/gal/