Una de las primeras canciones que se me quedaron grabadas en el recuerdo como banda sonora de mi infancia antes de aficionarme en serio a la música. Lo curioso es que el resto del repertorio de este grupo nunca me ha dicho nada. Sin embargo, GOOD MORNING tiene una impronta que recuperaré años después con las solemnes baladas de los Edelweiss de Eduardo Martí (el Scott Walker español) y los quasi monásticos Almas Humildes (muy especialmente, esta formación podría haber parido perfectamente la canción que nos ocupa).
letra: Patti Smith música: Richard Sohl, Lenny Kaye, Ivan Kral
His father died and left him a little farm in new england.
All the long black funeral cars left the scene
And the boy was just standing there alone
Looking at the shiny red tractor
Him and his daddy used to sit inside
And circle the blue fields and grease the night.
It was if someone had spread butter on all the fine points of the stars
'cause when he looked up they started to slip.
Then he put his head in the crux of his arm
And he started to drift, drift to the belly of a ship,
Let the ship slide open, and he went inside of it
And saw his daddy 'hind the control board streamin' beads of light,
He saw his daddy 'hind the control board,
And he was very different tonight
'cause he was not human, he was not human.
And then the little boy's face lit up with such naked joy
That the sun burned around his lids and his eyes were like two suns,
White lids, white opals, seeing everything just a little bit too clearly
And he looked around and there was no black ship in sight,
No black funeral cars, nothing except for him the raven
And fell on his knees and looked up and cried out,
“no, daddy, don't leave me here alone,
Take me up, daddy, to the belly of your ship,
Let the ship slide open and I'll go inside of it
Where you're not human, you are not human.”
But nobody heard the boy's cry of alarm.
Nobody there 'cept for the birds around the new england farm
And they gathered in all directions, like roses they scattered
And they were like compass grass coming together into the head of a shaman bouquet
Slit in his nose and all the others went shooting
And he saw the lights of traffic beckoning like the hands of blake
Grabbing at his cheeks, taking out his neck,
All his limbs, everything was twisted and he said,
“i won't give up, won't give up, don't let me give up,
I won't give up, come here, let me go up fast,
Take me up quick, take me up, up to the belly of a ship
And the ship slides open and I go inside of it where I am not human.”
[ Lyrics from: http://www.lyricsfreak.com/p/patti+smith/birdland_20105253.html ] I am helium raven and this movie is mine,
So he cried out as he stretched the sky,
Pushing it all out like latex cartoon, am I all alone in this generation ?
We'll just be dreaming of animation night and day
And won't let up, won't let up and I see them coming in,
Oh, I couldn't hear them before, but I hear 'em now,
It's a radar scope in all silver and all platinum lights
Moving in like black ships, they were moving in, streams of them,
And he put up his hands and he said, “it's me, it's me,
I'll give you my eyes, take me up, oh now please take me up,
I'm helium raven waitin' for you, please take me up,
Don't let me here,” the son, the sign, the cross,
Like the shape of a tortured woman, the true shape of a tortured woman,
The mother standing in the doorway letting her sons
No longer presidents but prophets
They're all dreaming they're gonna bear the prophet,
He's gonna run through the fields dreaming in animation
It's all gonna split his skull
It's gonna come out like a black bouquet shining
Like a fist that's gonna shoot them up
Like light, like mohammed boxer
Take them up up up up up up
Oh, let's go up, up, take me up, I'll go up,
I'm going up, I'm going up
Take me up, I'm going up, I'll go up there
Go up go up go up go up up up up up up up
Up, up to the belly of a ship.
Let the ship slide open and we'll go inside of it
Where we are not human, we're not human.
Well, there was sand, there were tiles,
The sun had melted the sand and it coagulated
Like a river of glass
When it hardened he looked at the surface
He saw his face
And where there were eyes were just two white opals, two white opals,
Where there were eyes there were just two white opals
And he looked up and the rays shot
And he saw raven comin' in
And he crawled on his back and he went up
Up up up up up up
Sha da do wop, da shaman do way, sha da do wop, da shaman do way,
Sha da do wop, da shaman do way, sha da do wop, da shaman do way,
Sha da do wop, da shaman do way,
We like birdland.
(escrito en plena digestión de EL GIGANTE QUE DESPIERTA,
lúcido capítulo del libro de Richard Nixon
1999: VICTORIA SIN GUERRA)
"Han terminado los días de dependencia de China. China es un jugador de primera división en un mundo lleno de naciones que se dan cuenta de que está destinada a ser una potencia y que anhelan desempeñar un papel en el desarrollo de su potencial." (RICHARD NIXON)
La primera piedra de la actual China, su padrinazgo diplomático, su bautismo de regreso a la realidad tras la atípica embriaguez ultrarrevolucionaria en la segunda mitad de los 60 (atípica en un pueblo considerado como milenario paradigma del pragmatismo), su iniciación en la conquista de nuevas fronteras a través de la astucia y no de la fuerza, su misma concepción de 1 PAIS 2 SISTEMAS (versión doméstica de lo que, a nivel planetario, la misma China comenzaba a experimentar en aquellos primeros 70 desde aquella mano tendida del Extremo Occidente), su acicate para atender/aprehender otras realidades regionales de despegue económico, todo ello parte de la intuición de un premier norteamericano hoy maldito para las dos corrientes postmodernas de la política occidental, la pseudoizquierda políticamente correcta y la pseudoderecha neoliberal (de hecho, sólo la demócrata sui generis Hillary Clinton -muy lejos de aquella irritante visita a China como primera dama en plan Lisa Simpson, hoy, más sabia y más derrotada, en estos sus años de curtida madurez- ha sabido valorar los logros de una realpolitik basada en el respeto y el conocimiento del adversario y en las prioridades del equilibrio frente las irresponsabilidades prepotentes y pírricamente cortoplacistas -equilibrio que se iría al garete a partir del plan reaganiano de buscar el aniquilamiento de la URSS y de la ulterior ¿creación? de un discutible y caótico Nuevo Orden Mundial que ha desordenado por completo Occidente y buena parte del planeta y que, paradójicamente, sólo ha acabado beneficiando a China y a sus socios tanto locales como transoceánicos, caso de una América Latina desahuciada hasta no hace mucho, siendo especialmente irónico el caso de Venezuela, pues ese mismo sujeto a quien zarandearon en 1958 acabaría por ser el detonante de la cadena de acontecimientos que harían de China su flamante socio actual en tareas de desarrollo-).
El dilema de China entre la reubicación como zaguero de una URSS que en buena medida le era hostil y el auténtico Salto Adelante hacia el sincretismo que ha puesto al gigante asiático en el lugar de privilegio en que hoy se encuentra (y, al cabo y además, retomando la relación con el problemático vecino de arriba, sólo que ahora es Rusia quien va a la zaga tanto en economía como en cohesión social), se resuelve con la brusca desaparición de Lin Piao en el 71 y la potenciación del diplomático Chou En Lai como mano derecha del Gran Timonel, potenciación que posibilitaría la rehabilitación y consolidación del arquitecto de las reformas desarrollistas Deng Xiao Ping (cuya NEP de los primeros 60, a diferencia de la soviética de los primeros 20, no ponía en peligro la estabilidad del país -más allá de las luchas de poder personales y los recelos de un Mao temporalmente relegado- y serviría de encaje/precedente para las ulteriores tomas de posición en los 70) y su profundización con Zhao Zi Yang y las nuevas promociones.
En una época decadente en que la Política ha dado paso, tanto a destra como a sinistra, a la mercadotecnia más rapaz, a la dictadura del más indecente amarillismo mediático, al agit/prop más mostrenco y hooliganesco, comprender las razones que llevaron al presidente más obsesionado por el peligro comunista desde Harry Truman y más comprometido con el destino manifiesto de Estados Unidos desde Teddy Roosevelt a tomar sin reticencias la senda rigurosa de la negociación, inspirada por la plena aceptación de la realidad del Otro pero sin sombra de derrotismo ante la constatación de tal realidad ("Este mundo moderno no puede permitirse el riesgo que representan las malas interpretaciones y los juicios erróneos que pueden darse cuando las naciones poderosas no se comunican entre sí pese a sus diferencias. Nuestro alejamiento de China, por más justificado que fuera desde el punto de vista ideológico, constituía un lujo ideológico que ni nosotros ni ellos podíamos permitirnos ya. Las armas nucleares significan muchas cosas para muchas personas; para los dirigentes nacionales responsables, significan un motivo apremiante de buscar un terreno común"), supone recuperar por un momento el recuerdo hoy arcádico del gobierno desde una perspectiva de estadista (desde la Inteligencia) y no desde la miopía de la inmediatez electoral/populista. Es ironía cruel que quien desde esas pautas procuró el tránsito de la Guerra Fría a la Coexistencia Pacífica sea retratado por una posteridad injusta e imbécil como caricatura patológica y disfuncional (incluso -ha de recordarse- en sus acciones más duras en Indochina no pretendió en ningún momento la desaparición de Vietnam del Norte, lo que habría supuesto entre otras cosas un contrasentido respecto al deshielo que se iniciaba con Moscú -Reagan y Bush, por el contrario, sí buscaron desde el minuto cero de su llegada al poder la desaparición y desmembración de la URSS- sino terminar el conflicto en una situación similar a la coreana: esto es, el mantenimiento del status de Vietnam del Sur y la tolerancia forzosa de éste por Hanoi -el vacío de poder y bandazo en cuanto a líneas de política exterior que supuso la traumática caída de Nixon dejarían, a diferencia de la época de Eisenhower, al régimen sudvietnamita a merced de su vecino y de su propia oposición comunista, sin la menor chance de consolidación como los surcoreanos-) cuando las dos palabras clave de su gestión internacional fueron DISUASION y CONTENCION, estrictamente defensivas, sin la menor veleidad hegemónica.
Por último, señalar (como el propio Nixon lo hace en su libro) que esa intuición genial sobre China que cambiaría por completo el destino de esta nación no surge de la nada sino que fermenta a partir de conversaciones previas con gentes de otros países, caso del neutralista De Gaulle y el pragmático primer ministro japonés Yoshida, precedentes del paso histórico que Nixon daría públicamente en el 72. Los muchos viajes que el presidente norteamericano hizo por el mundo desde los comienzos de su carrera marcaron para bien su progresivo convencimiento de la necesidad de una REALPOLITIK y de un equilibrio de fuerzas planetario y contrastan con esa imagen claustrofóbica que se nos da de un maníaco bunkerizado en la Casa Blanca y envuelto en cintas magnetofónicas.
"Actualmente tratamos con una nación que comienza apenas a tantear su camino en el mundo moderno; mañana estaremos tratando con la que podría ser la potencia dominante del mundo. Entre ahora y entonces, los nuevos amigos podrían convertirse en nuevos aliados, y las experiencias y los valores compartidos actualmente ausentes, podrían llegar a existir como consecuencia de acontecimientos que no podemos imaginar ahora, en un mundo cambiante, violento e impredecible." (RICHARD NIXON)
¿La gente?: lo que hay delante de uno en las colas.
¿La gente?: lo que le saca de la cama a uno a primera hora de la mañana martilleando paredes o taladrando el asfalto en tareas que no llevan a ninguna parte salvo al lucro de algunos que ni martillean ni taladran (el Plan E y sus variantes, ya se sabe -si Maeztu levantara la cabeza...-).
¿La gente?: lo que muge bajo mi ventana los días de fulbol.
¿La gente?: lo que satura las cuentas del correo electrónico de uno insistiendo obsesivamente en que se alargue el pene (variante telefónica: lo que acosa a uno para que se haga cliente de JAZZTEL -la variante callejera, que se inicia siempre con el consabido "oye, perdona pero...", suele apelar a chantajes/mordidas oenegeros/chiripitiflautas de dudosa procedencia y aún más dudoso destino-).
¿La gente?: lo que, en plena apoteosis autocomplaciente de su propia falta de criterio y poltronería (apoteosis de galdosiana prosa, apoteosis de masónico/beatorro ressentiment machadiano, apoteosis de demagógica picaresca peronizante, apoteosis plebeya del peor Serrat entreverado de Sabina, apoteosis que desemboca en la perífrasis apoteósica de la serie CUENTAME y los sermoncitos buenrrollistas de Arguiñano), se apretuja cada temporada en la Puerta del Sol (como en una perpetua Nochevieja, para celebrar la caída de aquello cuya llegada encomiaban la vez anterior).
¿La gente?: lo que, por muchas canalladas y felonías que haga, siempre hace lo correcto, sin culpa, sin responsabilidades, con la impunidad que da sentirse masa, audiencia, PUBLICO.
¿La gente?: lo que cobra sumarísimamente y paga sólo si no tiene más remedio.
¿La gente?: lo que se colaba troyana/trolleramente en la lista de Facebook de uno hasta que uno acabó con la tontería exigiendo peaje (como el agua bendita para los vampiros, se ha demostrado un eficacísimo disuasor esto de apelar al bolsillo de... la gente).
¿La gente?: spam y obsolescencia programada.
¿La gente?: algo abocado a convertirse en soylent green (sólo Lecter -el Cristo de nuestro tiempo gasterópodo- la redimirá sublimándola en
sus fogones venecianos).
¿La gente?: da una especial grima cuando, con su característica estolidez funcionarial, se ¿adentra? por las sendas de lo alternativo e inconformista (cada cierto tiempo, a partir de mediados los 90, el demiurgo me regala un reencuentro con la elementa que mejor representa eso, desde mi percepción, y en cada ocasión la veo -con la implacable contumacia de lo mediocre- más igual a sí misma -pero siempre, siempre, valga la paradoja, para peor-).
¿La gente?: no cree en otro dios que en disfrazar de dios sus peores instintos (o lo que es igual, elige siempre a Barrabás, incluso cuando elige a Jesús).
¿La gente?: lo que hace de nuestra vida una pesadilla kafkiana.
Las Personas, obviamente, son Otra Cosa. Muchas menos, pero, precisamente por ello, mejores. Todo lo contrario de la gente. Ese es el quid de la humanosfera como infierno cotidiano, que SOBRA GENTE Y FALTAN PERSONAS.
letra: Carlos Entrena / música: Décima Víctima intérpretes: Décima Víctima Soberbio en la cuerda floja mantiene alta la vista en su equilibrio, sobre su frente la carpa recuerda un rito tan triste como antiguo, un rito antiguo. Detrás, sin riesgo ninguno, mil ojos desconocidos que le observan esperan en su silencio que un leve fallo le pierda y caiga en tierra, sobre la tierra. No ven a un hombre en el hombre, ni tan siquiera su vida interesa, tal vez querrán conocerla cuando retiren el cuerpo de la arena, entre la arena. Soberbio en la cuerda floja mantiene alta la vista en su equilibrio, sobre su frente la carpa recuerda un rito tan triste como antiguo, un rito antiguo. Un hombre solo, un hombre solo, un hombre solo, un hombre solo.
"Un ventarrón de farsa general y omnímoda sopla sobre el terruño europeo. Casi todas las posiciones que se toman y ostentan son internamente falsas. Los únicos esfuerzos que se hacen van dirigidos a huir del propio destino, a cegarse ante su evidencia y su llamada profunda, a evitar cada cual el careo con ese que tiene que ser. Se vive humorísticamente, y tanto más cuanto más tragicota sea la máscara adoptada. Hay humorismo dondequiera que se vive de actitudes revocables en que la persona no se hinca entera y sin reservas. El hombre-masa no afirma el pie sobre la firmeza inconmovible de su sino; antes bien, vegeta suspendido ficticiamente en el espacio. De aquí que nunca como ahora estas vidas sin peso y sin raíz — déracinées de su destino — se dejen arrastrar por la más ligera corriente. Es la época de las "corrientes" y del "dejarse arrastrar". Casi nadie presenta resistencia a los superficiales torbellinos que se forman en arte o en ideas, o en política, o en los usos sociales. Por lo mismo, más que nunca, triunfa la retórica." (fragmento del capítulo LA EPOCA DEL "SEÑORITO SATISFECHO" -LA REBELION DE LAS MASAS, José Ortega y Gasset-)
Ayer por Telemadrid me topé con el gemelo inverso de Kurtz, el keseyano Bill Django, quien, en plena situación tanto geográfica como bélica como temporal idéntica a la del otro, digiere de manera muy diversa la bala de diamante que estalla en medio de la frente. No puedo decir que su reacción sea peor que la de Kurtz (más bien complementariamente yinyanesca), aunque sí la película que la refleja (tal vez en manos de un Terry Gillian la cosa habría resistido mejor en cuanto a empaque la comparanza con APOCALYPSE NOW -de cualquier manera se deja ver, sobre todo por su casting: un Jeff Bridges en pleno surfeo psicotrópico retomando esencias lebowskianas como ¿un Kurtz poseído por El Nota?, un Kevin Spacey trasunto del cienciólogo Hubbard chorreando sinuosa maldad y un George Clooney en el registro que mejor controla, como Cary Grant del nuevo milenio, ese difícil equilibrio entre la elegancia y la bufonería-). Mi corazón disfrutó del encuentro con el ¿anti?Kurtz: mi corazón de buen vasallo en busca de buen señor, siempre añorante de ser arropado por un dios de firme código y también por un dios presuntamente contrario que me sumerja en gaseosas de ácido eléctrico, pulsión apolínea y dionisíaca a un tiempo, capaz de esponjarse con la estancia final de Willard en el infierno del Mekong rodeado de cráneos en picas así como yendo en el autobús del Kesey College conducido por Neal Cassidy hasta el abismo (el mismo picado abisal, seguramente, en que Kurtz y Django se fundirán en un solo rostro, una sola sonrisa, una sola y definitiva expresión de lucidez).
El doctor Lecter, mostrándome su flambeado de sesitos de Ray Liotta, me tienta una vez más con su:
-¿Qué darías por ser un poco menos estupendo (= héroe, santo, virgen, mártir = robinsónico payaso de las bofetadas, si quitamos la cursiva)y un algo más... feliz?
-¿No es posible ser feliz sin babear, sin abdicar de la condición crítica, sin empalagarse de aquiescencia? ¿Y, ya puestos, sin ese envenenado envoltorio en cursiva?
Ray Liotta, con el cráneo abierto y la mirada estulta, me restriega por las narices su batín de cárdena seda y su pipa de pompas de jabón, a lo Bud Bundy jugando a Hugh Heffner.
-No estarás solo. Tu mal fario en las distancias cortas desaparecerá.
-Estaré peor: solo en compañía de otr@s.
-Pero...
Y muestra (con una brillante sonrisa de vendedor de coches usados) su bisturí hurgando en el coco (cada vez más huero) de Ray Liotta.
-...ya no tendrás consciencia de ello.
-Claro, estimado doctor, y he ahí lo más horrible.
Ya ves, Esther, momentáneamente enajenado ante el dulce destino de Lupo y ante las imágenes más tórridas que empapan el templo (y de las cuales, por desgracia, yo nunca seré numen), intenté rebelarme contra tu lúcido poemita: en vano, una vez más tenías razón. El peso de SER en ocasiones se hace casi insoportable pero (como habría dicho Ayn Rand parafraseando a cierto presidente al que odiaba), qué demonios, es NUESTRO peso.