sábado, 1 de diciembre de 2012

LA PRIMERA PIEDRA DE LA CHINA DE HOY




(escrito en plena digestión de EL GIGANTE QUE DESPIERTA, 
lúcido capítulo del libro de Richard Nixon 
1999: VICTORIA SIN GUERRA)

"Han terminado los días de dependencia de China. China es un jugador de primera división en un mundo lleno de naciones que se dan cuenta de que está destinada a ser una potencia y que anhelan desempeñar un papel en el desarrollo de su potencial." (RICHARD NIXON)


La primera piedra de la actual China, su padrinazgo diplomático, su bautismo de regreso a la realidad tras la atípica embriaguez ultrarrevolucionaria en la segunda mitad de los 60 (atípica en un pueblo considerado como milenario paradigma del pragmatismo), su iniciación en la conquista de nuevas fronteras a través de la astucia y no de la fuerza, su misma concepción de 1 PAIS 2 SISTEMAS (versión doméstica de lo que, a nivel planetario, la misma China comenzaba a experimentar en aquellos primeros 70 desde aquella mano tendida del Extremo Occidente), su acicate para atender/aprehender otras realidades regionales de despegue económico, todo ello parte de la intuición de un premier norteamericano hoy maldito para las dos corrientes postmodernas de la política occidental, la pseudoizquierda políticamente correcta y la pseudoderecha neoliberal (de hecho, sólo la demócrata sui generis Hillary Clinton -muy lejos de aquella irritante visita a China como primera dama en plan Lisa Simpson, hoy, más sabia y más derrotada, en estos sus años de curtida madurez- ha sabido valorar los logros de una realpolitik basada en el respeto y el conocimiento del adversario y en las prioridades del equilibrio frente las irresponsabilidades prepotentes y pírricamente cortoplacistas -equilibrio que se iría al garete a partir del plan reaganiano de buscar el aniquilamiento de la URSS y de la ulterior ¿creación? de un discutible y caótico Nuevo Orden Mundial que ha desordenado por completo Occidente y buena parte del planeta y que, paradójicamente, sólo ha acabado beneficiando a China y a sus socios tanto locales como transoceánicos, caso de una América Latina desahuciada hasta no hace mucho, siendo especialmente irónico el caso de Venezuela, pues ese mismo sujeto a quien zarandearon en 1958 acabaría por ser el detonante de la cadena de acontecimientos que harían de China su flamante socio actual en tareas de desarrollo-).

El dilema de China entre la reubicación como zaguero de una URSS que en buena medida le era hostil y el auténtico Salto Adelante hacia el sincretismo que ha puesto al gigante asiático en el lugar de privilegio en que hoy se encuentra (y, al cabo y además, retomando la relación con el problemático vecino de arriba, sólo que ahora es Rusia quien va a la zaga tanto en economía como en cohesión social), se resuelve con la brusca desaparición de Lin Piao en el 71 y la potenciación del diplomático Chou En Lai como mano derecha del Gran Timonel, potenciación que posibilitaría la rehabilitación y consolidación del arquitecto de las reformas desarrollistas Deng Xiao Ping (cuya NEP de los primeros 60, a diferencia de la soviética de los primeros 20, no ponía en peligro la estabilidad del país -más allá de las luchas de poder personales y los recelos de un Mao temporalmente relegado- y serviría de encaje/precedente para las ulteriores tomas de posición en los 70) y su profundización con Zhao Zi Yang y las nuevas promociones.

En una época decadente en que la Política ha dado paso, tanto a destra como a sinistra, a la mercadotecnia más rapaz, a la dictadura del más indecente amarillismo mediático, al agit/prop más mostrenco y hooliganesco, comprender las razones que llevaron al presidente más obsesionado por el peligro comunista desde Harry Truman y más comprometido con el destino manifiesto de Estados Unidos desde Teddy Roosevelt a tomar sin reticencias la senda rigurosa de la negociación, inspirada por la plena aceptación de la realidad del Otro pero sin sombra de derrotismo ante la constatación de tal realidad ("Este mundo moderno no puede permitirse el riesgo que representan las malas interpretaciones y los juicios erróneos que pueden darse cuando las naciones poderosas no se comunican entre sí pese a sus diferencias. Nuestro alejamiento de China, por más justificado que fuera desde el punto de vista ideológico, constituía un lujo ideológico que ni nosotros ni ellos podíamos permitirnos ya. Las armas nucleares significan muchas cosas para muchas personas; para los dirigentes nacionales responsables, significan un motivo apremiante de buscar un terreno común"), supone recuperar por un momento el recuerdo hoy arcádico del gobierno desde una perspectiva de estadista (desde la Inteligencia) y no desde la miopía de la inmediatez electoral/populista. Es ironía cruel que quien desde esas pautas procuró el tránsito de la Guerra Fría a la Coexistencia Pacífica sea retratado por una posteridad injusta e imbécil como caricatura patológica y disfuncional (incluso -ha de recordarse- en sus acciones más duras en Indochina no pretendió en ningún momento la desaparición de Vietnam del Norte, lo que habría supuesto entre otras cosas un contrasentido respecto al deshielo que se iniciaba con Moscú -Reagan y Bush, por el contrario, sí buscaron desde el minuto cero de su llegada al poder la desaparición y desmembración de la URSS- sino terminar el conflicto en una situación similar a la coreana: esto es, el mantenimiento del status de Vietnam del Sur y la tolerancia forzosa de éste por Hanoi -el vacío de poder y bandazo en cuanto a líneas de política exterior que supuso la traumática caída de Nixon dejarían, a diferencia de la época de Eisenhower, al régimen sudvietnamita a merced de su vecino y de su propia oposición comunista, sin la menor chance de consolidación como los surcoreanos-) cuando las dos palabras clave de su gestión internacional fueron DISUASION y CONTENCION, estrictamente defensivas, sin la menor veleidad hegemónica.

Por último, señalar (como el propio Nixon lo hace en su libro) que esa intuición genial sobre China que cambiaría por completo el destino de esta nación no surge de la nada sino que fermenta a partir de conversaciones previas con gentes de otros países, caso del neutralista De Gaulle y el pragmático primer ministro japonés Yoshida, precedentes del paso histórico que Nixon daría públicamente en el 72. Los muchos viajes que el presidente norteamericano hizo por el mundo desde los comienzos de su carrera marcaron para bien su progresivo convencimiento de la necesidad de una REALPOLITIK y de un equilibrio de fuerzas planetario y contrastan con esa imagen claustrofóbica que se nos da de un maníaco bunkerizado en la Casa Blanca y envuelto en cintas magnetofónicas. 

"Actualmente tratamos con una nación que comienza apenas a tantear su camino en el mundo moderno; mañana estaremos tratando con la que podría ser la potencia dominante del mundo. Entre ahora y entonces, los nuevos amigos podrían convertirse en nuevos aliados, y las experiencias y los valores compartidos actualmente ausentes, podrían llegar a existir como consecuencia de acontecimientos que no podemos imaginar ahora, en un mundo cambiante, violento e impredecible." (RICHARD NIXON)