(meditación en La Herradura)
Mejor el azar pródigo en suprarrealidades y no la rutina que enjaula y encadena.
Mejor la intimidad recoleta, selectiva, esclarecedora, que el mogollón tumultuoso, indiscriminado, incomunicante.
Mejor la buena gente (esa buena gente que, como el buen paño, en el arca se vende) y no el spam humano (que arrolla y envilece desde su mendacidad apriorística).
Mejor el ascenso aguileño a vórtices de soledad en cal y cielo que no perder el pie en la marabunta abisal donde nadie es nadie.
Mejor ser que estar, dando a la noción de BIEN rango de categoría y no de anécdota.
con Santiago y el sr Pinzolas en pos de la visión imposible