La Felicidad como aspiración última implica pretender lo máximo con el mínimo esfuerzo, esto es, dar la espalda a la REALIDAD desde el disfuncional trampolín de los derechos/caprichos.
Buscar como horizonte último (esto es, primero en sustancia) y nunca final (porque, si no, no sería horizonte) la EXCELENCIA supone, por el contrario, la voluntad de superarse atendiendo a la REALIDAD, atención únicamente posible desde el ejercicio constante de la responsabilidad y el deber.
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