El haiku está en el título:
no hace mucho me reencontré con cierto drama judicial protagonizado por Newman y Rampling a partir de un guión del amigo Mamet; ahora he soñado con variantes a partir de cierta escena en que el abogado en decadencia trata de disimular una crisis de ansiedad encerrándose en el aseo en tanto que su pareja lagartona (tanto por su reptiliana presencia como por su sinuosa conducta) acecha al otro lado de la puerta; en mi sueño, en tanto me tomaba un respiro para recobrarme de la coqueluche, veía asomar de la bañera vintage con patas de león a Selene, la mítica ninfa de MUSICA DISPERSA, que me atraía cual sirena con su dulce canto hacia el agua plena de esencias y perjúmenes.
Fue entonces cuando me vino el haiku que titula esta entrada.
Y, claro, me calmé.
